Después de las
elecciones del 21-D debemos ir planteando los beneficios que la independencia puede
proporcionarnos. Para empezar quisiera recordar tres de las mayores facturas
que tiene España y que la República
catalana podría gestionar mucho mejor.
La primera es el
16’4% de paro, que en Cataluña es solo del 12’5% pero, según el ABC, si tuviéramos el concierto vasco se crearían 200.000 puestos de trabajo dejando la
tasa en el 5%, y es de suponer que la República no sería peor que el régimen
foral.
La segunda es la energética
(incluida la factura por el petróleo), que no logramos bajar por una política
que pone trabas a las renovables a fin de preservar los privilegios de las
empresas energéticas y los altos impuestos de un estado tan voraz como
incompetente.
El gobierno de la
Generalitat siempre ha mostrado una mayor sensibilidad por el uso de las
renovables, por tanto dará más incentivos a las mismas y eliminará el ridículo
impuesto al sol en un país Mediterráneo.
Y la tercera es
la de las pensiones. Aunque el porcentaje de mayores de 64 años es similar al
de España, al tener más empresas, mayor productividad y menos paro, la
República catalana puede garantizar su pago sin necesidad de pedir préstamos
como ha hecho España.
Con un paro
menor, aprovechando el sol y el viento para reducir la factura energética y sin
tener que pagar intereses por los préstamos para las pensiones, Cataluña podrá
dedicar esos recursos a mejorar su aparato productivo y al estado del bienestar,
en un futuro que parece apasionante.
Ninguna de estas medidas
excluye a España, que podría hacer lo mismo, por ejemplo fomentar la industrialización
y la ocupación, explotar las renovables y no emplear el dinero de las pensiones
para el rescate bancario.
¡¡¡LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS!!!
¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!!
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