¿Han visto alguna película de juicios americanos, donde los abogados
interrogan incisivamente a los testigos para pillarles en algún descuido?
Me viene a la cabeza Tom Cruise preguntándole al coronel
Nathan (Jack Nicholson), de “Algunos hombres buenos”, “¿ordenó usted el código
rojo?”, y la respuesta de este, “claro que lo hice”. Fin del juicio.
O la navaja de “Doce hombres sin piedad”, que se supone el
arma homicida por ser un modelo único, hasta que Henry Fonda saca otra
exactamente igual, evidenciando que ni es única ni es difícil conseguir.
Pues en España olvidémonos de tales giros argumentales, como
ha demostrado el TS en el juicio a los presos políticos catalanes, que es como
les define la ONU.
Los entendidos aseguran que la instrucción tiene más
agujeros que un queso gruyere, fruto de valoraciones políticas que la Justicia
real, la de ojos tapados, nunca debería hacer; pero que sí hace en España velando
por la unidad nacional.
No se ha permitido a los defensores interrogar bien a los
testigos, no fuera a ser que a alguno se le escapara la risa con lo del miedo a
las miradas, los yogures o las pegatinas.
No han contrastado las declaraciones con los videos, aunque
algunas fueran totalmente contrarias a lo registrado por miles de votantes el
1-O, porque según el TS, no hay problema en ver el video 1, que contradice al
testigo 23, dos meses después de que este declarase.
¿Cuántas mentiras ha ocultado esta pérdida de inmediatez?
¿La unidad nacional hay que defenderla descafeinando las pruebas? Aun no
entiendo cómo el TS aceptó hacerle el trabajo sucio a la banda corrupta del PP,
en vez de imputarles, como se merecen.
Hollywood ha hecho mucho daño haciéndonos creer que la
Justicia era algo serio y que buscaba la verdad.
ACUSO AL ESTADO POR LA FARSA DEL JUICIO AL INDEPENDENTISMO
VIVA LA REPÚBLICA
LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS
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