Las últimas elecciones europeas han puesto de manifiesto el final de una
etapa que no es solo del bipartidismo, sino de una manera de entender y
practicar la política que está muerta por anacrónica, pese a que aún no haya
sigo enterrada.
La dimisión del Sr. Rubalcaba es solo la punta del iceberg, pero no nos
engañemos, los cambios han de ser más profundos, y se han de materializar con muchas
más huidas, tanto de viejas glorias, como de políticos profesionales que no nos
merecemos porqué el país necesita a verdaderos profesionales que quieran
dedicarse a la política temporalmente.
El exponente de esta manera de hacer política es el Sr. Pere Navarro, que
de hecho ya es un zombi político, porque está muerto, aunque camina y puede
comerse a quien se le cruce en el camino. El, como tantos otros, ha sido nombrado
a dedo, solo li apoya una parte de la cúpula del su partido, no ha ganado
ningunas elecciones, no tiene liderazgo, ni discurso, ni proyecto, ni ha
cohesionado a los militantes.
Su gestión ha sido estado marcada por decisiones caciquiles destinadas a
depurar del PSC a cualquiera que se atreva a pensar o se resista a rendir culto
al líder. Estas ya no eran unas buenas prácticas políticas durante la primera
mitad del siglo XX, como nos recuerda la historia, pero empeñarse en practicarlas
en pleno siglo XXI, en la era de las telecomunicaciones y de internet, es poco
inteligente intelectualmente y suicida políticamente.
Pero el Sr. Navarro, con su negativa ante la evidencia de tener que irse, aún
nos dará muchos elementos para la reflexión ya que, incapaz de razonar, de
entender que el partido no es de su propiedad o de que el país no necesita ningún salvador de la patria, porque estamos hartos de
los últimos que hemos tenido, aún le veremos aferrarse al cargo esperando que
un día, cuando el pueblo vea la luz, llamará a su puerta para pedirle le salve
por compasión.
Afortunadamente esta clase de políticos solo pueden hacer daño a su propio
partido porqué la ciudadanía, más inteligente y evolucionada que ellos, ya ha
decidido alejarles de los centros de poder para evitar la catástrofe que puede
suponer su gestión.
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