¿Han visto la película “Titanic”? ¿Recuerdan la
distribución de pasajeros en clases separadas por pisos y rejas, para evitar
que se mezclaran? ¿Recuerdan como la 1ª clase, llena de aristócratas,
millonarios y empresarios, recibe al protagonista, con la prepotencia de saberse
superiores? Aquella situación se daba en toda Europa, también en España, hasta
que la 1ª Guerra Mundial la transformó completamente.
Cuando se frustraron las esperanzas de cambio,
igualdad, libertad y prosperidad que tenía la sociedad que salió de la Gran
Guerra, estalló la revolución y más tarde el fascismo, lo que desencadenó la 2ª
Guerra Mundial para acabar con aquella ideología de violencia, terror y muerte.
Así nació el mundo contemporáneo, más libre, igualitario, solidario y próspero.
España siguió los movimientos del resto de
Europa, pero no pasó por ninguna de las dos Guerras ni postguerras Mundiales, evitando
así aquellas locuras. Sin embargo la neutralidad nos alejó de las catarsis que
supusieron y en consecuencia de alcanzar la madurez política que Europa se
impuso por pura necesidad de supervivencia.
Así llegamos donde estamos ahora, con una
clase que espera unos privilegios al estilo de la del Titanic, con tics y
maneras fascistas desde hace décadas, porque nadie les ha dicho que todo ha
cambiado y que su ideología es tan aberrante que hubo que prohibirla en todo el
mundo.
Las consecuencias son las que vemos a diario
con la gestión del gobierno del PP, que solo sirve a esa clase privilegiada (la
casta, los banqueros y unos supuestos empresarios que no son más que comisionistas
parásitos del poder) a la que protegen y favorecen, siempre en beneficio propio,
y en contra de la ciudadanía, por más que se llenen la boca con el país y la
bandera.
Clasistas hasta la médula, como les delata el
“que se jodan”, cuando toman medidas contra los ciudadanos; son insensibles a
los problemas de una sociedad a la que no entienden, porque nunca han bajado a 2ª
o 3ª clase; incumplen los mandatos internacionales para no enfrentarse a que todo
ha cambiado menos ellos; y se creen tan superiores que mentir, amenazar y
maltratar a los demás nunca les ha supuesto un problema.
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