El 17 de junio asistí
al pleno monográfico de Salud del Parlament, donde pensaba que hablarían de cómo
mejorar la sanidad, pero solo vi un ejercicio de desgastar al contrario por todos
los medios: mentiras y medias verdades, manipulación y tergiversación,
acusaciones sin pruebas y un desprecio que rayaba el odio.
Oí cosas que nunca
habría creído, como que los enfermos psiquiátricos están atados y se les aplican
electrochoques sistemáticamente o que el gobierno se ha inventado la difteria de
Olot.
Más lamentable fue
escuchar a los partidos que nos han hipotecado durante generaciones, asegurar
que el dinero no tiene importancia a la hora de prestar un servicio público. O
al PP asegurando que no es relevante que el dinero se vaya a Madrid y no vuelva.
El momento más
vergonzoso fue cuando se despreció al conseller Mas Colell por haber ido a
Chicago a recibir un doctorado Honoris Causa. Cualquier persona que no esté orgullosa
de que el país tenga un reconocimiento así solo puede ser una iletrada.
Otros proponían cambiarlo
todo de raíz, sin aclarar la alternativa, en un discurso con un tono que
desprendía odio a todo y a todos. Uno se pregunta de dónde sacan tanto odio una
gente nacida en democracia, que no han vivido ninguna guerra ni dictadura.
Para acabar una
pregunta: ¿Han visto cómo van vestidos los jugadores del Barça o del Español cuando
representan al club? Pues en el Parlament algunos piensan que nos pueden representar
en bambas y camiseta, porque a nadie se le ha ocurrido hacer un manual de buenas
maneras, como si el pueblo catalán no fuera más importante que un club de
fútbol.
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