Y el más cobarde de todos los fascismos ha sido siempre el español, que ni siquiera se atrevió a presentarse a unas elecciones, sino que usurpó el poder con traición y nocturnidad, dando un golpe de estado e imponiendo su régimen a base de asesinatos y torturas.
Por eso, mientras los fascismos europeos censuraban libros e ideas, el español ha censurado incluso palabras (presos políticos, president Puigdemont) y hasta han llegado a prohibir el color amarillo, una obsesión que debería estudiar un psiquiatra y no un analista político.
Claro que tampoco se puede esperar gran cosa de un fascismo ideado por un dictador tan paranoico que tuvo que cambiarle el nombre a la Caperucita Roja, porque lo de “Roja” le provocaba pánico y la bautizó como Caperucita Encarnada para poder dormir mejor.
Ni siquiera lo de las palabras es nuevo porque a aquel mismo dictador le salía urticaria al oír la palabra “trabajo” o “trabajador”, por eso el primero de mayo, Día del Trabajo en todo el mundo, en la España de pacotilla que creó se la llamaba “Día de San José Artesano”.![]() |
El color amarillo perseguido en pleno siglo XXI |
Y lo hacen sin entender que cuando atacan el catalán, atacan su propia cultura, porque el catalán es tan español como el Quijote, pero su ignorancia y cobardía les hace actuar como lo hicieron los talibanes que dinamitaron los Budas de Bamiyan.
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