¿Recuerdan cómo se salió de la
recesión que supuso el crac del 1929? No fue con las políticas de austeridad del
gobierno de Herbert Hoover, sino con las de inversión pública que supuso el New
Deal de Franklin D. Roosevelt.
¿Recuerdan cómo se logró la
reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial? No fue con la austeridad
sino con la inversión que supuso el Plan Marshall.
¿Saben a qué países del bloque
socialista les costó más salir de la crisis tras la caída del comunismo? A los que
aplicaron las medidas de austeridad propuestas por el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Y lo mismo ocurrió en Extremo Oriente durante el cambio de
milenio.
Eso mismo está ocurriendo ahora en
Europa donde Grecia, que sigue fielmente
los mandatos del FMI, está en la banca rota, con unos niveles de paro nunca
vistos y con un problema de salud pública de primer orden a causa de los
suicidios, el sida, las infecciones de todo tipo y hasta brotes de malaria. Por
el contrario Islandia, que se negó a seguir tales dictados ha salido reforzada
y es ahora más rica que antes de la crisis, tras un referéndum democrático en
el que la población decidió no pagar la
fiesta de los bancos y de los ricos malgastadores.
Explico esto porque ha salido un
libro “Por qué la austeridad mata”
que demuestra con cifras que, desde hace casi 100 años, las medidas de
austeridad son las más ineficientes para salir de las crisis. La pregunta
entonces es: ¿Por qué se siguen aplicando? Muy sencillo, por ideología.
Los que hacen la política económica
no trabajan científicamente para ver si una medida sirve o no, simplemente
aplican aquello que se ajustan mejor a sus ideas. Trasladado a la medicina
seria como si el médico decidiera si usa antibióticos y citostáticos o sigue
haciendo sangrías.
¿Saben qué políticas ha impulsado el
Gobierno de España a la actual recesión? Pues aquellas que han demostrado peores
resultados. Eso sí, hemos quedado bien ante el FMI, aunque sea a base de
arruinar al país, eliminar a la clase media, incrementar la pobreza, rescatar a bancos inmorales, premiar a
defraudadores y a especuladores y mantener unos niveles de paro
estratosféricos.
Pero el Gobierno dice que vamos bien porque han
aumentado el número de millonarios, lo que no nos dice es cuántos de ellos son expoliadores
de los recursos públicos o ex miembros de bancos rescatados que se pusieron
sueldos e indemnizaciones millonarias con nuestro dinero.
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