¡Como añoro
aquellos años que en España solo pagábamos caros los servicios que consumíamos!
Nada que ver con lo que ocurre ahora, que pagamos caros incluso los que no
consumimos.
Un buen ejemplo
es lo que hizo el Sr. Aznar, en el año 1998, al regalarles 1’3 billones (con B)de Pts a las eléctricas, por si la pérdida del monopolio y tener que competir
por el favor del cliente, les suponía perder algún céntimo.
Desde entonces
muchas empresas, que presumen de modernas, han buscado la protección estatal y
el dinero de las arcas públicas, cada vez que aparece un número rojo en sus
cuentas o que creen que no ganaran lo que prometieron al Consejo de
Administración.
Aquel billón de
Pts y los casos más recientes , como los 1400 millones de euros del Castor, los
600 del túnel de Le Perthus o los 1500 a Abertis, por la bajada del tráfico en la
A7, los pagaremos durante varias décadas sin recibir ningún servicio a cambio.
Y si esperan que
la situación va a cambiar, ahora proponen que todos paguemos las autopistas,
tanto si las usamos como si no, con el argumento de que acaban muchas
concesiones y han de compensar a quien ya las cobraba por triplicado (peajes,
subvenciones y prorroga de concesión).
Si nuestros políticos
se atreven a tratarnos así es porque están convencidos de que estamos de
acuerdo o porque creen que les tenemos tanto miedo que jamás les exigiremos responsabilidades.
En el excelente
libro “Por qué fracasan los países”, sus autores aseguran que con sueldos
bajos, impuestos altos y precios abusivos por productos o servicios que ni
siquiera se compraban voluntariamente,
España dejó en sus colonias americanas un nivel de vida miserable para
enriquecer unos cuantos aristócratas. ¿Les parece que hemos evolucionado?
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