viernes, 25 de agosto de 2017

Pura envidia

Los atentados de Barcelona y Cambrils, del 17 de agosto, han hecho un daño terrible al país. En Cataluña porqué han dejado heridas que tardaran en cicatrizar. Pero lo peor ha sido para la clase política y mediática del estado, que ha puesto en evidencia, en cinemascope y en sonido sorround, su mezquina hipocresía.

Tras un acto brutal, que ha causado más de 20 muertos y 130 heridos, el estado y la prensa a la que subvenciona, se han mostrado más preocupados por minimizar la acción de los Mossos, que por las víctimas, los terroristas, sus vinculaciones o las consecuencias futuras.

Y es que el atentado ha demostrado al menos un par de cosas: por una parte que hay distintas maneras de gestionar las crisis, algunas incompatibles, y la segunda que, como decía Corneille, “un envidioso jamás perdona el mérito”.

Los mismos que hicieron la chapuza del Yak 42, donde hubo que desenterrar a los 75 cadáveres porque se habían mezclado cuerpos, se sienten perplejos porqué aquí se haya trabajado con cuidado.

Los mismos que mintieron y manipularon tras el
atentado del 11-M en Madrid (192 muertos), o que no aclararon el accidente de Spanair de 2008 (más de 150 muertos), no pueden asimilar que alguien de información clara, veraz y comprensible.

Los mismos periodistas que copian los dictados de Rajoy a través del plasma, sin posibilidad de preguntar y con contenidos como el del alcalde y los vecinos, están descolocados en ruedas de prensa a 4 idiomas con preguntas y replicas.

Los mismos que condecoran a tallas de madera o consideran “impecables” los hechos de El Tarajal (15 muertos aun sin aclarar), se sorprenden porque se quiera premiar a quien ha hecho un buen trabajo.

En fin, como decía el proverbio chino “corrige a un sabio y lo harás más sabio, corrige a un necio y lo harás tu enemigo”.

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