¿No es eso mismo lo que nos ocurre en España? ¿Acaso no vivimos en
un país de fantasía que se desmorona por todas partes como el del comandante
de nuestra historia?
Hemos creado un país de ilusión, un mundo artificial:
- Hemos hecho de la subvención una forma de vida,
incluso más segura y lucrativa que las iniciativas productivas, siempre sospechosas para cualquier español de bien, convencido de que el dinero sólo se gana con malas artes, mientras que una subvención es lo más natural del mundo.
- Hemos hecho de la mediocridad la única
referencia visible tanto en la sociedad como en los medios de comunicación,
despreciando la excelencia, el esfuerzo y el trabajo duro.
- Tenemos un sistema que sólo recompensa la
chapuza, la manipulación y el trabajo mal hecho, como estamos viendo con las
indemnizaciones millonarias de muchos responsables de empresas después de
llevarlas a la ruina. O con algunas victorias electorales de candidatos que han llevado a sus comunidades autónomas a un 35% de paro.
- Un país que ha confundido ser europeos con tener edificios e infraestructruras nuevas, aunque no las necesitemos ni sepamos para qué sirven, y así nos hemos embarcado en unas obras faraónicas
y sin sentido, que para mantenerlas hay que despachar pedir gente, como si los
servicios a las personas los prestaran los ladrillos, el mármol y los cristales
de los nuevos edificios.
- Un país con una clase política que, salvo
honradas excepciones, ha hecho del despilfarro y la mala gestión un sello de
identidad ya que nunca han entendido que la riqueza hay que crearla antes de
poder repartirla. Por eso, aquellos que deberían resolver los problemas, son
considerados uno de los principales problemas del país y por eso en Europa, y
en el resto del mundo, no tenemos ninguna credibilidad.
- Un país que jamás a lo largo de su historia ha
sido capaz de dar trabajo a todos sus habitantes y que sin embargo nunca ha
explotado todas sus inmensas posibilidades geopolíticas y humanas.
- Un país donde la excelencia y el éxito no
levanta más que envidias y celos, hasta ser eliminada de raíz, como decía
aquel, por lo civil o por lo criminal.
- Un país donde, con un 35% de fracaso escolar
entre los alumnos que solo hablan un idioma, la máxima preocupación del
ministerio del ramo es adoctrinar a aquellos alumnos que tienen menos fracaso escolar
pese a hablar dos idiomas.
Mejor que pare porqué estoy empezando a tener el mismo dolor
de cabeza que el comandante del puesto de policía. Lamento tanto que mi país
sea de esta manera, que prefiero escribir como si se tratara de las cosas de
esa tierra imaginaria de Tom Sharpe, a la que he llamado Shululandia, porque muchas de se parecen más a ellas que a esa España que los medios de comunicación, principalmente
los de la capital del reino, nos quieren hacer creer.
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