Cataluña se equivoca si pide el pacto
fiscal solo para los catalanes ya que volverá a acabar con un ejemplo más de la
política del “peix el cove” y poca cosa más.
Hace más de treinta años que Cataluña
pide una nueva financiación más justa para amortiguar unos déficits que vienen
del invento, del Sr. Felipe González y del Sr. Alfonso Guerra, del “café
para todos”, pero lo que ellos nunca dijeron fue quien tendría que pagar el
café. Ahora nos encontramos con un déficit fiscal de más de 16.000 millones de euros
anuales, pese a las múltiples veces que hemos negociado con el Estado, y además
nos hemos ganado una fama de pedigüeños y aves de rapiña que no nos la podemos
quitar de encima. Si volvemos a pedir un pacto fiscal solo para nosotros no lo
lograremos y además pagaremos un precio muy alto a nivel de todo el Estado.
Como creo que Cataluña ha de ser
transparente, generosa en sus planteamientos y que debería liderar las
iniciativas políticas a nivel estatal, lo que debe pedir es el pacto fiscal
para todas las autonomías, en pocas palabras, cambiar los treinta años del “café para todos”
que nos ha llevado a la bancarrota, por un nuevo paradigma: “que cada palo
aguante su vela”. Hemos de pedir que cada uno se administre con los dineros
que recapte, todos con las mismas condiciones que vascos y navarros.
Las ventajas son infinitas y la justicia
de la petición fuera de toda duda empezando por acabar con los ciudadanos de primera
(vascos y navarros) y los de segunda (el resto de las Autonomías) y continuando
por permitir que cada uno haga lo que mejor le venga en ganas, eso sí, con su
dinero de verdad. Lo que es bueno para
nosotros ha de ser bueno también para el resto de España. Exijamos el pacto
fiscal para todas las CCAA. Si además el nuevo modelo
nos permite quitarnos de encima la fama de pedigüeños y aves de rapiña, mucho
mejor.
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