Alejandro Nieto tiene un libro titulado “La
organización el desgobierno” que es una de esas joyas que ayudan a entender el
mundo que nos rodea, en concreto los motivos por los que nada parece funcionar
en la política española.
Su argumento es que de lo que nos ocurre no
es por casualidad, incompetencia o mala suerte, sino porque en realidad el
sistema está diseñado para que las cosas no funcionen y, en consecuencia,
cumple perfectamente con el objetivo real para el que fue creado, aunque no sea
el que los ciudadanos pensamos.
Digo esto porque, viendo cómo se presenta
la nueva legislatura (si algún día despega), he llegado a la conclusión de que
la enmienda constante de leyes no es por diferencia de proyectos de país sino
por corporativismo político: elaboran malas leyes para tener algo que hacer en
la siguiente legislatura.

Que alguien con sentido común haga una ley
del aborto que permita a una niña de 16 años, que no puede tomarse una cerveza
en el bar, abortar sin que lo sepan sus padres, no es un desliz, sino puro
corporativismo político porque saben que quien venga detrás tendrá que
enmendarla.
Hacer una ley de educación para adoctrinar
a los niños y enseñarles lo mismo que hace 70 años, sin tener en cuenta que más
del 60% de las actuales profesiones no existían entonces, no es incompetencia
sino corporativismo político porque saben que habrá que adecuarla a la realidad.
¿El país con más sol de Europa sanciona
las energías renovables porque Soria no sabe que lo derogaran en cuanto salga
del ministerio? No, es puro corporativismo político.
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