Me sorprende la
poca imaginación del estado respecto al proceso de independencia de Cataluña
porque, en vez de hacer propuestas para enamorar a uno de los motores del país
con mayor potencial de Europa, se limita a amenazar con intervenir la autonomía
empleando el artículo 155 de la Constitución.
Es evidente que
pueden hacerlo y que durante unos meses incluso podrían defenderlo
internacionalmente, pero ¿durante cuánto tiempo? ¿1 año, 5, 10? ¿Y mientras
tanto seguirán como si no ocurriera nada? ¿Continuaran subvencionando a las CCAA
para que compren muebles y electrodomésticos con los recursos sacados de un
territorio sometido?
Si es el único
camino que propone el estado, es una lástima, porque de todos los posibles ese es
el más contraproducente, y quien sabe si hasta el final de España como nación,
porque los catalanes solo somos los primeros en decir que estamos hartos.
Los unionistas y
los independentistas no estamos tan alejados, porque todos buscamos lo mismo:
que nuestros hijos tengan una vida mejor y más digna. Lo que nos separa es la
manera de lograrlo.
Para los unionistas
el ideal es este estado, aunque no haya renunciado a su pasado fascista, impida
esclarecer los crímenes de la dictadura
y ahora vuelva a poner nombres franquistas a las calles de Alicante. Nosotros
pensamos que debe haber un camino mejor.
También nos dicen
los unionistas que no podemos aspirar a nada más que a tener un 20% de paro,
pero nosotros pensamos que algo debemos estar haciendo mal cuando Alemania necesita
un millón de trabajadores más. Queremos buscar alternativas también aquí para dar
oportunidades a la juventud mejor preparada de nuestra historia y que el estado ha olvidado.
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