Como parece que
en este país estamos condenados a poner al frente de empresas e instituciones a
ladrones o malos gestores, no sé qué pensaran ustedes pero yo prefiero a los primeros.
En primer lugar salen
mucho más baratos. Si no me creen comparen al Sr. Millet que, tras 19 años en
el Palau, se llevó de 20 a 30 millones, con la mala gestión en Catalunya Caixa,
que nos ha costado más de 12.000. Eso es porque el ladrón roba el dinero de la caja,
mientras el mal gestor nos hipoteca por varias décadas, como han hecho con la operación
Castor, que pagaremos nosotros y nuestros hijos durante los próximos 30 años.
En segundo lugar,
si se coge a un ladrón se le puede meter en la cárcel y exigirle que devuelva
el dinero (quiero decir que debería hacerse si fuéramos un país serio y que respetara
a los ciudadanos que son las verdaderas víctimas), mientras que al mal gestor,
no.
Tercero, el ladrón
sabe que está haciendo algo malo, robar; mientras el mal gestor sigue convencido
de que nos está salvando la vida. Por eso en Catalunya Caixa el equipo
directivo se subía el sueldo con el dinero que recibían del rescate bancario.
Y cuarto, porque el
ladrón no es referente para personas honradas. En cambio, después de tanto
tiempo tratando a los malos gestores como a los prohombres de la sociedad, de
permitirles sueldos fabulosos, privilegios y prebendas, son los héroes que los
jóvenes quieren imitar, así que las mentes más privilegiadas del país también sueñan
con hacer productos financieros para engañar ancianos en vez de investigar cómo
erradicar la pobreza o luchar contra las enfermedades.
Si alguna vez nos
decidimos a pagar por la aportación real que cada cual hace a la sociedad, nos
daremos cuenta de que aporta mucho más un barrendero, una enfermera, un médico
o un maestro, que todos esos banqueros y políticos que nos han arruinado.
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