Pase lo que pase
el 1-O, España ganará mucho con el proceso catalán. Cosas que ahora mismo nadie
valora, serán agradecidas por todos con el tiempo.
Quizá lo más llamativo
sea comprobar que la justicia española puede actuar con diligencia si se lo
propone, es decir que tardar 11 años en juzgar el fraude de Fórum Filatélico,
25 años en tener sentencia firme sobre José Luís Núñez o mantener a Félix
Millet en la calle, no tiene por qué ser la norma. Los españoles pedirán pronto
otra justicia porque la merecen.
También verán como
el estado juega con la seguridad de todos cuando, estando en alerta 4 por
terrorismo, no comparte información con algunas fuerzas policiales, y hacen más hincapié en buscar papeletas que terroristas. Los españoles quieren una mayor seguridad y no pueden dejar de exigirla.
Descubrirán que les
han politizado todas las estructuras de estado, eliminando la separación de
poderes que garantiza el buen funcionamiento de cualquier país, un ejemplo es el
Tribunal Constitucional, al que han convertido en un instrumento al servicio del
gobierno.
Para ello han
nombrado cargos por ideología o fidelidad y no por competencia, y además han depurado
las voces discrepantes, cumpliendo la frase que cierra “Las cloacas de
Interior” de TV3: “El sistema está tan corrupto que expulsa a los decentes”. Más
pronto que tarde se exigirán los cambios que garanticen unas estructuras de
estado limpias e independientes.
Y comprobaran que
aquellos que se opusieron a la Constitución en 1978, la han vuelto tan rígida
que es una prisión para impedir el progreso del país y de sus gentes. Cuando el
proceso catalán acabe los españoles tendrán que decidir si quieren seguir
viviendo en una jaula de cristal o prefieren ser libres y en este caso tendrán que
redactar una constitución distinta.
Por eso, después
del 1-O, España tendrá que hacer reformas profundas porque nada será como antes.
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