Que el país está
lleno de patriotas de pacotilla, ya no lo duda nadie. Son los que se envuelven
en la bandera y en la Constitución y se llenan la boca de España, mientras
arrojan bilis llena de odio hacia los españoles.
Mariano Rajoy
insiste en que la ley es la ley, que es inamovible y hay que cumplirla, aunque
diga que los pobres tienen que pasar frio en invierno; que hay que desahuciar a
la gente de sus casas, en contra de las normativas europeas; o que hay que
torturar animales hasta la muerte, por más que el mundo entero lo vea como una
salvajada.
Soraya Sáenz de Santamaría nos habla de mejorar la calidad
de vida y la educación, y lo hace mientras mantiene la energía más cara de toda
Europa, para que las empresas energéticas sigan contratando exministros cuando
acaben el mandato; y mientras está vigente la ley Wert que nos devolverá al
nacionalcatolicismo y a un retraso inmenso del país.
Javier Fernández,
cara visible de la Gestora del PSOE, les dice a los pensionistas asturianos que
Cataluña tiene que quedarse en España para ayudar a pagarles la pensión, y nos
llama insolidarios por querer ayudar antes al 30% de niños catalanes en riesgo
de pobreza. Está claro que busca los
votos de los pensionistas asturianos, para seguir viviendo a costa del
Estado, mientras que los niños pobres le traen sin cuidado porque no pueden
votarle. Lo que no dice el Sr. Fernández es qué gestión ha hecho Asturias de la
riqueza que generaron mientras eran trabajadores como para que aquella CCAA sea
incapaz de garantizarles una pensión con sus propios recursos.
¿Qué tipo de personas
seríamos si no nos reveláramos contra las leyes injustas? ¿Qué padres seríamos
si permitiéramos que el estado formara a nuestros hijos con doctrinas
fascistas? ¿Qué clase de ciudadanos seríamos si no ponemos a nuestros niños
pobres por delante de cualquier otra prioridad?
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