La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emana el poder del Estado.
Pues, lamento informarles que esa declaración no tiene nada que ver con lo que yo creía que significaba porque, pobre de mí, pensaba que ello suponía que lo que decidieran los electores, era de obligado cumplimiento.
Pero resulta que todo depende, ¿y de qué depende? De tantas cosas que uno no sabe donde queda la voluntad de los ciudadanos.
Si el resultado de las elecciones no gusta a algunos políticos y jueces, simplemente no se tienen en cuenta, como ocurrió en Cataluña en 2017, cuando los resultados fueron anulados y se nos impuso un gobierno títere del PP.
Si tenemos la suerte de que los resultados tienen el visto bueno de esos primeros evaluadores, entran en juego los partidos políticos, que necesitan unos 3 meses para pactar, en un mercadeo impresentable e indecente, quien gobernará.
Y ahora, en el caso de Cataluña, estamos viendo que, para que gobierne quien ha ganado las elecciones deben autorizarlo los militantes de un partido asambleario como ERC, es decir de 3500 personas.
No sé ustedes, pero para mi, más que soberanía nacional, deberíamos llamarle burla nacional o tomadura de pelo nacional, diga lo que diga la sacrosanta Constitución, esa que los militares nos permitieron mientras no cambiara nada.
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