Dicen que quien
entiende de martillos quiere resolverlo todo a martillazos, y sin duda eso es
lo que le ha pasado al gobierno del PP, siendo expertos en la vida política y
amparados por la mayoría absoluta, cuando se empeñan en darle a todo una respuesta
política, incluso a los problemas que necesitan del soporte de expertos, a los
que siempre han despreciado.
Eso les ha pasado
durante toda la legislatura, aunque también ocurría antes, por ejemplo con las
soluciones políticas a la educación, que llevan más de 30 años mostrándose
inútiles, pero el PP ha vuelto a politizar la respuesta con la ley Wert, que será
una nueva pérdida de tiempo por no haber tenido en cuenta a los expertos a la
hora de mejorar un tema tan sensible.
Lo mismo les ha
ocurrido con la ley del aborto, tratada políticamente incluso contra el sentido
común más elemental, para satisfacer a la parte más retrograda de la iglesia, y
que ha costado el cargo de un ministro, cuando lo único que necesitaban era un decreto
de media página diciendo que las jóvenes menores de edad requerían del permiso
paterno para abortar.
Afortunadamente
para el PP las consecuencias de esas decisiones no se ven a corto plazo, pero ha
llegado el virus del ebola, que mata personas en pocos días, y ellos se han
empeñado en darle también una respuesta política: primero decidieron repatriar
a los dos misioneros para quedar bien ante la iglesia y después, en vez de hablar
con los expertos en virología o con los de Médicos Sin Fronteras, que tratan el
virus en África, decidieron improvisar como siempre hasta que la catástrofe fue
inevitable, en forma de un contagio real y varios posibles.
Llegados a este
punto, en vez de asumir que hay que revisar el protocolo por el bien de todos, inician
un periplo vergonzoso en el que se esconden, acusan sin piedad a la auxiliar
contagiada y evitan reconocer errores o asumir responsabilidades, tirando del
gastado recurso del complot contra el PP. Como le ocurría al Quijote, por más
que se empeñe, a veces no son gigantes, sino molinos, aunque a nosotros, pobres
Sancho Panzas, nos resulte inútil explicárselo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario