Por fin, esta semana he entendido la verdadera vocación política del PP: el
marxismo. Quizá lo que necesitaba era tener a los ministros más cerca o que nos
explicaran bien sus planes.
Primero tomaron la decisión de que todo el mundo asegurara a las señoras de
la limpieza, lo que supuso que centenares de miles de ellas fueran despedidas.
Viendo el resultado, ahora quieren que los autónomos paguen más, a cambio
de una pensión de jubilación más elevada, con lo que conseguirán que cierren miles
de ellos.
Por último se preguntaron donde no había ningún tipo de problemas, e
hicieron la ley del aborto para animar al personal (a las mujeres, a Francia,
al Consejo de Europa, a la ONU, etc.).
Por suerte, el ministro Fernández Díaz tienen un plan infalible para
solucionarlo todo, que consiste en encomendarse a Santa Teresa de Jesús para
que interceda por nosotros.
El ministro Montoro pretende acabar con las quejas por desigualdades entre
españoles cambiando la manera de hacer las cuentas, hasta que tenga unos
resultados que le satisfagan.
Nos traen a la Sra. Cospedal para enseñarnos cómo funciona la democracia,
después de que en su Comunidad Autónoma propusiera que los diputados no
cobraran, a fin de que sólo lleguen a las cortes autonómicas los ricos.
Afortunadamente ya han empezado a mostrarnos su talla de planificadores
económicos para salir de la crisis, por eso han bajado el IVA en las compras de
obras de arte, porque todo el mundo sabe que la distracción de los casi seis
millones de parados es pasearse por las galerías de arte comprando cuadros de Picasso,
Dalí, Gauguin o Matisse.
En fin, como pueden comprobar las señales no podían ser más claras, el PP es,
sin duda, un partido marxista, concretamente grouchomarxista. ¡Cuánto hubiera
disfrutado el gran Groucho Marx viendo como Rajoy en España supera a Rufus T.
Firefly en “Sopa de Ganso”!
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