Imaginemos una familia compuesta por un
matrimonio, un hijo menor y la anciana madre de ella. La pareja, que ya no
recuerda por qué se casaron, debió separarse antes de empezar a hacerse la vida
imposible, después de que ella se volviera ludópata y él alcohólico.
Las peleas son constantes, con agresiones mutuas.
El niño recibe por ambas partes y han tenido que llevarle varias veces a
urgencias. Solo las lágrimas maternas evitaron que les quitaran la custodia cuando
le partieron el brazo de una paliza.
A la anciana ahora solo le pega su hija, pero
muy de vez en cuando, el yerno se mantiene al margen desde que se abalanzó
sobre ella y estuvo a punto de estrangularla. Por suerte al final se contuvo
para no acabar entre rejas.
Tras la última bronca, ella envenenó la comida
y casi acaba con la anciana y con el niño. El marido al darse cuenta le asestó
una puñalada en el corazón y luego se suicidó arrojándose por el balcón.
La muerte de ella saldrá en todos los
informativos, se le hará un minuto de silencio y se añadirá a las estadísticas
de mujeres muertas por violencia de género. Él se convertirá en un maltratador
pero no se registrará su muerte. La anciana y el niño serán ignorados.
¿Puede alguien darme respuesta a las dos preguntas
siguientes?
Una: ¿Cómo se resuelve un problemón así, con
una ley de violencia de género que no tiene en cuenta el entorno familiar ni
social, que niega la condición de víctimas al 75% de ellas y niega que la mitad
de los maltratadores lo sean?
Dos: ¿Exactamente por qué motivos defender a
la anciana y al niño atenta contra el derecho de las mujeres a no ser
maltratadas?
VIVA LA REPÚBLICA
LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS
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