En su libro “El poder ético del directivo”, K. Blanchard y N
. V. Peale, aconsejan un test para asegurarse de que un proyecto es ético, consistente
en unas sencillas preguntas, una de ellas dice: ¿es justo para todos los interesados?
Si nos cuesta responder a esa pregunta puede ayudarnos cambiar
el sujeto, por ejemplo, en la ley de violencia de género, cambiemos “hombre”
por “negro” y “mujer” por “blanco”.
Esta semana el TS ha condenado a un negro (hombre) a más
pena que a un blanco (mujer) por las peleas de ambos. Y la cosa no estaría clara
porque un primer tribunal les había impuesto la misma condena.
El feminismo radical impuso una ley de violencia de género,
que dice que los españoles volvemos a ser distintos ante la Justicia, ahora en
función del sexo, algo que nunca había pedido el feminismo original, que exigía
la plena igualdad entre los sexos.
Exigió recursos (ahora unos 30.000 millones) para acabar con
el problema y ayudar a las mujeres maltratadas. ¿Y cuál es el resultado? No
parece quese haya salvado ninguna mujer y seguimos sin contabilizar los malos
tratos de ancianos, niños y hombres.
Deberíamos saber en qué se gastan los dineros públicos, porque
el registro de una cuarta parte de los afectados por violencia doméstica puede
llevarse en un portátil. Y también si hay casos de mujeres viviendo con sus
parejas en otros países, a costa de la subvención lograda después de haberles
denunciado aquí.
Quien crea que la de género es la única violencia a
defender, que recuerde que esta semana una mujer de 52 años ha muerto a manos
de su hija en Bañolas, y un niño de 2 meses está en la UCI por una paliza paterna,
y que ambos quedan desamparados por esta ley.
Nunca solucionaremos un problema tan poliédrico abordándolo solo
desde una cara.
VIVA LA REPÚBLICA
LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS
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