De todos es sabido que España tiene ya una deuda
pública que supone el 100% de su PIB (más de 1’1 billones, con B, de Euros),
debido tanto a los bajos ingresos (escasa productividad y competitividad de
nuestros productos) como a los excesivos gastos del Estado (subvención de todo
lo imaginable, despilfarro inútil, corrupción, etc.).
Por más raro que
nos parezca, esa inmensa cifra es dinero que ha entrado en el país y que tenemos
que devolver. Como quien tiene una hipoteca, que puede vivir en el piso, mientras
pague las cuotas mensuales, aunque en realidad no sea suyo sino del banco.
Podríamos pensar
que mientras nos presten dinero, no hay problema, pero sí que lo hay, el
primero y más inmediato es que quien nos compra bonos, letras y obligaciones espera ganar
un interés, así que España ya paga en intereses unos 30.000 millones de Euros
anuales.
Y el segundo
problema es que el prestador (el Banco Central Europeo y otros bancos no
centrales) calculan que una deuda tan alta supone un elevado
riesgo de no acabar cobrando nada si España hace suspensión de pagos, como hemos hecho ya 13 veces en la historia.
También han
valorado que si no pudiéramos devolver la deuda del BCE, pondríamos en peligro
la viabilidad de toda la zona Euro, ya que España es demasiado grande (47
millones de personas), en comparación con lo que sí pudieron hacer con Grecia
(11 millones).
Alarmados por
esta posibilidad, la Sra. Merkel nos
impuso una reforma constitucional para garantizar que los dineros prestados por
los ahorradores europeos (y alemanes), que son los que tienen sus dineros en los bancos que nos los han
prestado, no los pierdan.
Por eso la
reforma del artículo 135 de la Constitución dice dos cosas: la primera que no
podemos endeudarnos a tontas y a locas, aunque seguimos haciéndolo; y segunda, y
más importante, en el punto 3 afirma que el pago de la deuda “gozará
de prioridad absoluta”, es decir que está por encima de pagar servicios
como sanidad, educación o pensiones.
Podemos quejarnos
de la Sra. Merkel, pero hay que entender que Europa se haya cansado de poner en
riesgo los ahorros de los europeos para que España lo gaste en AVE que cierra a
los 6 meses, en aeropuertos sin aviones, autopistas sin coches o para salvar el
Castor.
Además el BCE ya
ha advertido que a partir de enero reduce la compra de deuda española a la
mitad, hasta septiembre y después ya veremos.
El problema es
que este último trimestre de 2017 vencen 40.000 M€ de deuda que hay que
devolver (de capital, no intereses), más 50.000 M€ de déficit público, es decir
que habrá que asumir el pago de 90.000 M€, a los que tenemos que sumar 131.000
M€ de capital que nos vencen en 2018 más el déficit que se genere.
¿Recuerdan todos
los recortes que se hicieron entre 2010 y 2015, y que tantos problemas dieron a
los gobiernos implicados?, pues todos ellos
supusieron unos 23.000 M€ en toda España (9.000 en Cataluña), ¿de dónde
sacaremos ahora 90.000 i después 131.000?
¡¡¡LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS !!!
¡¡¡ VIVA LA REPÚBLICA!!!
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