¿Conocen ustedes el síndrome del niño emperador o del pequeño dictador? Consiste en niños de pocos años que tiranizan a sus padres. Los pequeños se vuelven agresivos y desafiantes hasta imposibilitar la convivencia. Son egocéntricos, intolerantes a la frustración y tienen muy baja autoestima. Se origina porque los padres nunca les han puesto límites hasta que la vida familiar se vuelve insoportable y entonces, la mayor parte de las veces, ya es demasiado tarde para enderezar la situación.
Les explico esto porque en España y en
Cataluña tenemos unos sindicatos que padecen el mismo mal, que podríamos
llamar el “síndrome del sindicato emperador”. Ayer, 31 de noviembre, como
tantos y tantos días, hubo una huelga de cercanías de RENFE y de METRO de
Barcelona, que estaba convocada por uno de estos sindicatos emperador.
La causa de esta huelga no está en la
conciencia de clase de los trabajadores de esas empresas ya que a quien más
molestan es a otros trabajadores que comparten sus mismos problemas. Tampoco
tiene nada que ver con la crisis puesto que ya nos obsequiaban con huelgas
parecidas durante los años de bonanza e incluso antes. Y dudo que tenga algo
que ver con sus condiciones laborales ya que en caso contrario no la acabarían
asaltando tiendas de la
Plaza Catalunya de Barcelona.
Para mi, la causa es la falta de límites
de unos padres (Gobierno y Estado) a unos hijos (sindicatos) que culmina cuando
unos trabajadores invaden las pistas del aeropuerto de El Prat y no les pasa
nada o cuando se rodea el Parlament, donde está representada la soberanía
popular, y tampoco ocurre nada. Uno de los resultados de esta permisividad, de
este “coleguismo” y de estos guiños cómplices de “buen rollo” es este síndrome del sindicato emperador, que
intenta tiranizar al Gobierno alterando el transporte de millones de personas,
y su propia frustración y falta de autoestima les hacer salir a arrasar las
tiendas de ropa que no tienen nada que ver ni con la huelga ni con el transporte.
No piensen que estoy en contra del
derecho a la huelga, la defiendo como
uno de los grandes avances de nuestra sociedad, pero una sociedad debe tener un
cierto equilibrio entre diferentes derechos. ¿Seguro que el derecho a la huelga
de 5.000 o 10.000 trabajadores ha de prevalecer por encima del derecho de más
de 2 millones de ciudadanos a un servicio básico para desplazarse libremente
por el país? ¿No sería hora de buscar un tratamiento para este síndrome que,
como en el caso de los niños, sólo puede ir a peor?
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