Ya sé que esto le parecerá una herejía a aquellos que piensan en “la casta” y en que los políticos se dedican a velar por sus propios bolsillos, pero eso no es cierto, la gran mayoría son personas honradas, que creen honestamente en lo que hacen y que se merecen todo nuestro respecto, también desde el punto de vista económico.
Los sueldos bajos, pese a ser muy llamativos y populistas,
nos están saliendo por un ojo de la cara, porque la única cosa que hacen es alejar
todavía más a los buenos profesionales, aquellos que realmente están capacitados
para desarrollar tareas de la complejidad que supone sacar un país adelante. La
gente puede ser tan idealista y romántica como queramos, pero al final todos trabajamos
para ganarnos la vida. Y
sin los buenos profesionales, ¿qué nos queda? Pues los profesionales de la
política que los aparatos de los partidos nos quieran poner y que seran más fieles a
unas siglas que al país mismo.
El resultado es que para ahorrarnos cuatro céntimos les damos
cargos de altísima responsabilidad a unas personas que se gastan miles de millones
de euros en aeropuertos sin aviones, líneas de AVE sin pasajeros, hospitales sin
pacientes y que reparten dineros y cargos, hipotecando nuestro futuro y el de nuestros hijos.
¿Pero nos podemos extrañar de que sea así? Muchos de
ellos no han estado formados en los criterios de eficacia y eficiencia, no
saben que para hacer una obra se necesita un proyecto funcional y un plan de
viabilidad, ni han gestionado una cuenta de explotación, ya que ese no ha sido
nunca su trabajo. Ellos siempre se han dedicado a captar votos, a buscar la
foto en los periódicos, a salir en las noticias y eso lo han hecho bien. Cada vez
que han cortado la cinta de una nueva estación de AVE o de un aeropuerto, han tenido
la foto, aunque la imagen nos haya costado centenares de millones de euros, que
la línea de AVE se haya cerrado a los pocos meses o que el aeropuerto no sirva
para nada.
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