¿Quién se iba a imaginar
que un servidor público tuviera que cumplir la ley y dar ejemplo, sin usar el cargo
para dar rienda suelta a sus más bajas pasiones. ¿Quién podía suponer que el
poder del ministro era para servir al país y no para usarlo en beneficio propio?
Él que presumía de querer
a España, le ha hecho un daño terrible, al arrastrarla por el fango. Él que
tenía que defender a las Fuerzas de Seguridad, las ha denigrado, las ha
corrompido y las ha alejado de la ciudadanía.
Qué pena que siendo tan beato (la religión es otra cosa), se haya quedado en la liturgia y misa diaria, pero no en tratar a los demás como le gustaría que le trataran a él mismo, tampoco ha dudado en mentir, ni en hacer el mal a diestro y siniestro.
Algunos especularán con
que todo aquello no pudo hacerse sin el soporte del Presidente de Gobierno, M.
Rajoy (Don Mariano, no ese otro M. Rajoy del PP que no hay manera de que se
sepa quién es), pero ya se sabe que la gente es muy mal pensada.
Es triste que el exministro
asocie “patriotismo” con criminalidad, corrupción, mentir, saltarse la ley y hacer guerra sucia, pero es
lógico que lo haga porque también considera patriotas a los traidores del 36 y a
los asesinos de más de medio millón de españoles.
Lo único bueno, si al
final es condenado y va a prisión, es que el ángel Marcelo podrá cogerse
vacaciones porque no tendrá que buscarle aparcamiento en una buena temporada.
BASTA DE REPRESIÓN
AMNISTÍA PRESOS POLÍTICOS
AUTODETERMINACIÓN
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