domingo, 22 de septiembre de 2013

Los niños aprenden lo que viven (Castallano)

Si los niños conviven con las críticas, aprenden a condenar.
Si los niños conviven con la hostilidad, aprenden a pelear.
Si los niños conviven con el miedo, aprenden a ser cobardes.
Si los niños conviven con la compasión, aprenden a compadecerse a sí mismos. 
Si los niños conviven con el ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si los niños conviven con los celos, aprenden lo que es la envidia.
Si los niños conviven con la vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si los niños conviven con la tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Si los niños conviven con el estimulo, aprenden a estar seguros de si.
Si los niños conviven con el elogio, aprenden a apreciar.
Si los niños conviven con la aprobación, aprenden a gustarse a sí mismos.
Si los niños conviven con la aceptación, aprenden a encontrar el amor en el mundo.
Si los niños conviven con el reconocimiento, aprenden a tener un objetivo.
Si los niños conviven con la generosidad, aprenden a ser generosos.
Si los niños conviven con la sinceridad y el equilibrio, aprenden lo que son la verdad y la justicia.
Si los niños conviven con la seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en quienes les rodean. 
Si los niños conviven con la amistad, aprenden que el mundo es bello lugar donde vivir.
Si los niños conviven con la serenidad, aprenden a tener paz mental. 

¿Con qué están conviviendo tus hijos?

Dorothy L. Nolte

sábado, 14 de septiembre de 2013

¿Algo que premiar? (Castellano)

Llevamos días de lamentos desde la eliminación de la candidatura de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos del 2020. Aunque me duele lo ocurrido, las palabras “traición”, “complot” o “juego sucio”, me parecen excesivas. Los JJOO son un premio que la comunidad internacional (en este caso el COI) concede a una ciudad y a un país, no sólo por su oferta organizativa y de instalaciones, sino por sus esfuerzos, compromiso social y valores. En ese sentido ¿qué ha visto el COI en nosotros?

Madrid es la capital de un Estado que lleva años derrochando el dinero que no tiene, en infraestructuras inútiles, hasta arruinar el país e hipotecarlo por varias generaciones, lo que nos ha llevado a un 27% de paro (56% en el caso de los jóvenes).

Un país que apostó por un modelo económico basado en uno de los sectores más especulativos y corruptibles: la construcción, que ha acabado corrompiendo buena parte de nuestra vida pública desde la Casa Real (ahora bajo sospecha), al Gobierno (incluyendo a su presidente y varios ministros, también bajo sospecha) o al principal partido de la oposición (cuyo presidente está ya imputado).
   
Un país con unos partidos políticos sospechosos todos ellos de financiación irregular y cuya clase política no se siente obligada a ejecutar sus compromisos electorales, que incumplen sistemáticamente; y por extensión con sus obligaciones internacionales, siendo el país más incumplidor de Europa.

Además aquí nunca se le piden responsabilidades a nadie, ni a los políticos corruptos, cuyos partidos siempre se las ingenian para dejarles algún tipo de inmunidad; ni a los banqueros ruinosos, que han cobrado bonificaciones pese a haber hundido nuestros bancos; ni a los empresarios y constructores comisionistas, que hablan de libre empresa pero buscan las subvenciones y los contratos públicos; ni a los entrenadores de futbol que le meten el dedo en el ojo a un colega; ni a los deportistas o a sus médicos que trafican impunemente con substancias prohibidas.

Un país tan tolerante con el fascismo (el nuevo y el viejo) que los delegados del Gobierno asisten a actos donde se homenajea a miembros de la División Azul Azul, y hace sólo un año el ministro de Justicia renovó el marquesado a los descendientes de Queipo de Llano, que en cualquier lugar civilizado sería considerado un criminal de guerra, mientras nosotros le ponemos su nombre a las calles y le nombramos marqués a él y a su linaje.  

Algunos pueden pensar que es injusto pero el mundo real, el que está al otro lado de los Pirineos y del mar, no suele premiar tales actitudes y valores.       


Quelcom a premiar? (Català)

Portem dies de laments des de l’eliminació de la candidatura de Madrid per a organitzar els Jocs Olímpics del 2020. Malgrat em dol el que ha passat, les paraules “traïció”, “complot” o “joc brut”, em semblen excessives. Els JJOO són un premi que la comunitat internacional (en aquest cas el COI) concedeix a una ciutat i a un país, no sols per la seva oferta organitzativa i d’instal·lacions, sinó pels seus esforços, compromís social i valors. En aquest sentit ¿què ha vist el COI en nosaltres?

Madrid és la capital d’un Estat que porta anys malbaratant els diners que no té, en infraestructures inútils, fins arruïnar el país e hipotecar-lo per varies generacions, el que ens ha portat a un 27% d’atur (56% en el cas dels joves).

Un país que va apostar per un model econòmic basat en un dels sectors més especulatius i corruptibles: la construcció, que ha acabat corrompent bona part de la nostra vida pública des de la Casa Reial (ara sota sospita), al Govern (incloent-hi al seu president y varius ministres, també sota sospita) o al principal partit de l’oposició (el president del qual està ja imputat).  

Un país amb uns partits polítics sospitosos tots ells de finançament irregular i amb una classe política que no se sent obligada a executar els seus compromisos electorals, que incompleixen sistemàticament; i per extensió amb les seves obligacions internacionals, essent el país més incomplidor d’Europa.

A més aquí mai se li demanen responsabilitats a ningú, ni als polítics corruptes, als que els seus partits sempre se les enginyen per deixar-los algun tipus d’immunitat; ni als banquers ruïnosos, que han cobrat bonificacions malgrat haver enfonsat els nostres bancs; ni als empresaris i constructors comissionistes, que parlen de lliure empresa però busquen les subvencions i els contractes públics; ni als entrenadors de futbol que li fiquen el dit a l’ull a un col·lega; ni als esportistes o als seus metges que trafiquen impunement amb substàncies prohibides.

Un país tan tolerant amb el feixisme (el nou i el vell) que els delegats del Govern assisteixen a actes on s’homenatja a membres de la División Azul, i fa sols un any el ministre de Justícia va renovar el marquesat als descendents de Queipo de Llano, que a qualsevol lloc civilitzat seria considerat un criminal de guerra, mentre nosaltres li posem el seu nom als carrers i l’anomenem marqués a ell i al seu llinatge. 
  
Alguns poden pensar que és injust però el món real, el que està a l’altra cantó dels Pirineus i del mar, no sol premiar tals actituds i valors.