domingo, 22 de marzo de 2015

¿Todo vale? (Castellano)

Hace unos días un periodista alemán reconoció haber manipulado un video del nuevo ministro de economía griego, Yanis Varufakis, para simular que hacía una “peineta” a las autoridades europeas. Esta vil manipulación, contraria a la más elemental ética profesional, me hace pensar si realmente todo vale por un instante de celebridad, si hay que hacer cualquier cosa por la audiencia, aunque sea hipotecando la dignidad propia y ajena.

No ha sido el único acontecimiento que me ha indignado recientemente. ¿Es lícito que alguien se llame “artista” si solo puede lograr su minuto de gloria ofendiendo al jefe del estado mostrándolo sodomizado por un perro? ¿Se puede presumir de demócrata y hacer un cartel para una fiesta mayor proponiendo ir a “matar españoles”? ¿O se le puede romper la pierna a una muchacha para salir en un video casero?

Al exigir los derechos que tanto nos costaron recuperar, hemos acabado banalizándolo todo por haber olvidado que estos llevan implícitas unas obligaciones que también había que acatar, pero que nunca hemos exigido ni a nosotros ni a los demás. Por eso nos conformamos con actitudes como la corrupción política, que debería suponer la dimisión y la pérdida de votos; el engaño económico, que debería implicar la inhabilitación y la pérdida de activos; el seguidismo político de los medios de comunicación y su falta de calidad, que la audiencia debería castigar.


Pero sobre todo hemos banalizado el buen gusto, la educación y el respeto a los demás, por eso hace tiempo que nos acostumbramos a la tele basura del chisme y el insulto, en aras a una libertad de expresión que muchos suponen enemiga de la calidad y del sentido común. Incluso el Papa Francisco dijo que quien insultara a su madre se exponía a un puñetazo suyo, porque el “todo vale” implica entrar en una selva donde todo el mundo acaba perdiendo. 


Tot s’hi val? (Català)

Fa uns dies un periodista alemany va reconèixer haver manipulat un vídeo del nou ministre d’economia grec, Yanis Varufakis, per simular que feia una “botifarra” a les autoritats europees. Aquesta vil manipulació, contraria a la més elemental ètica professional, em fa pensar si realment tot s’hi val per un instant de celebritat, si cal fer qualsevol cosa per l’audiència, encara que sigui hipotecant la dignitat pròpia i aliena.

No ha estat l’únic esdeveniment que m’ha indignat recentment. És lícit que algú es digui “artista” si sols pot aconseguir el seu minut de gloria ofenent al cap de l’estat mostrant-lo sodomitzat per un gos? Es pot presumir de demòcrata i fer un cartell per a una festa major proposant anar a “matar espanyols”? O se li pot trencar la cama a una noia per sortir en un vídeo casolà?

En exigir els drets que tant ens van costar recuperar, hem acabat banalitzant-ho tot per haver oblidat que aquests porten implícites unes obligacions que també calia acatar, però que mai hem exigit ni a nosaltres ni als demés. Per això ens conformem amb actituds com la corrupció política, que hauria de suposar la dimissió i la pèrdua de vots; l’engany econòmic, que hauria d’implicar la inhabilitació i la pèrdua d’actius; el seguidisme polític dels mitjans de comunicació i la seva manca de qualitat, que l’audiència hauria de castigar.


Però sobre tot hem banalitzat el bon gust, l’educació i el respecte als demés, per això fa temps que ens vam acostumar a la tele escombraria del xafardeig i l’insult, en ares a una llibertat d’expressió que molts suposen enemiga de la qualitat i del sentit comú. Fins i tot el Papa Francesc va dir que qui insultés a la seva mare s’exposava a un cop de puny seu, perquè el “tot s’hi val” implica entrar a una selva on tothom acaba perdent.


domingo, 15 de marzo de 2015

Humildad y generosidad (Castellano)

Cuando cumplí 18 años y fui mayor de edad solo había conocido un jefe del estado, el general  Franco, y pensé que no tenía sentido que una persona estuviera tanto de tiempo en el cargo, pero era un dictador y no se podía hacer nada. Pero cuando mi hijo cumplió los 18 años y llegó a su mayoría de edad, solo había conocido un presidente de la Generalitat, el Sr. Pujol. Salvando todas las diferencias, ya que este era un político elegido democráticamente, pensé que la situación seguía sin tener ni pies ni cabeza.

En la transición nos equivocamos al diseñar un modelo electoral que no limitara el número de legislaturas que se podía ocupar cargos de máxima responsabilidad porque, como hicimos en Cataluña, se acaba confundiendo el país, la bandera y las instituciones con una persona, muchas veces con trágicas consecuencias como vemos ahora. Y no es ningún consuelo que lo mismo haya pasado en otras CCAA: José Bono (1983 – 2004), Manuel Chaves (1990 – 2009); J. C. Rodríguez Ibarra (1983 – 2007), Manuel Fraga (1990 – 2005), etc. 

Se trata de grandes políticos con múltiples virtudes, pero a todos ellos les faltó humildad y generosidad. La humildad para entender que no debían convertirse en salvadores de ninguna patria y para aceptar que otros también podían aportar cosas positivas y, en consecuencia, la generosidad para irse a tiempo y dar paso a los que venían detrás. El modelo debería prever un máximo de dos legislaturas, como tienen la mayoría de las democracias que nos rodean, para garantizar la regeneración democrática en beneficio del país y de los mismos partidos.



Es lamentable que algunos políticos se aferren al cargo como si estuvieran en los años 80,  sin entender que se han convertido en un lastre para el partido y que ya no aportan nada al país. No soy de ERC pero reconozco que es uno de los partidos que mejor se ha regenerado, si siguieran aferrados a algunos líderes anteriores, de actitudes prepotentes e intransigentes, su techo electoral no sería el mismo.    

Humilitat i generositat (català)

Quan vaig fer 18 anys i vaig ser major d’edat sols havia conegut un cap de l’estat, el general  Franco, i vaig pensar que no tenia sentit que una persona estigués tant de temps en el càrrec, però era un dictador i no hi havia res a fer. Però quan el meu fill va fer 18 anys i va ser major d’edat, sols havia conegut un president de la Generalitat, el Sr. Pujol. Salvant totes les diferències, ja que aquest era un polític triat democràticament, vaig pensat que la situació seguia sense tenir ni cap ni peus.

A la transició ens vam equivocar en dissenyar un model electoral que no limités el número de legislatures que es podia ocupar càrrecs de màxima responsabilitat perquè, com vam fer a Catalunya, s’acaba confonent el país, la bandera i les institucions amb una persona, sovint amb tràgiques conseqüències com veiem ara. I no es cap consol que el mateix hagi passat a altres CCAA: José Bono (1983 – 2004), Manuel Chaves (1990 – 2009); J. C. Rodríguez Ibarra (1983 – 2007), Manuel Fraga (1990 – 2005), etc.  

Es tracta de grans polítics amb múltiples virtuts, però a tots ells els va mancar humilitat i generositat. La humilitat per entendre que no havien de convertir-se en salvadors de cap pàtria i per acceptar que altres també podien aportar coses positives i, en conseqüència, la generositat per plegar a temps i donar pas als que venien al darrera. El model tindria de preveure un màxim de dues legislatures, com tenen a la majoria de les democràcies que ens envolten, per garantir la regeneració democràtica en benefici del país i dels mateixos partits.


Es lamentable que alguns polítics s’aferrin al càrrec com si estiguéssim en els anys 80, sense entendre que s’han convertit en un llasts per al partit i que ja no aporten res al país. No soc d’ERC però reconec que és un dels partits que millor s’ha regenerat. Si seguissin aferrats a alguns líders anteriors, d’actituds prepotents i intransigents, el seu sostre electoral no seria el mateix. 
   

sábado, 14 de marzo de 2015

Escala de valores (Castellano)

Que este es un gran país no creo que nadie lo ponga en duda y una buena prueba de ello es el hecho de que nos estamos recuperando de la crisis pese al gobierno del PP, que ha hecho y sigue haciendo todo lo posible para impedirlo. España tiene una larga historia de malos gobiernos que incluso obligaron al Cid a decir aquello de que gran vasallo si hubiese un buen señor y Rajoy ha querido cumplir fielmente esta tradición.   

Siempre he pensado que un ministro tenía que velar por los intereses nacionales en el ámbito de su competencia pero se ve que este no es el concepto que tienen los ministros del actual gobierno de Madrid, que prefieren hacer de comerciales de las empresas de los sectores en los que tienen responsabilidad, y lo peor es que esta función la ejercen contra los ciudadanos siempre que los intereses de las mismas entran en contradicción con los intereses públicos.

Solo puedo sacar esta conclusión cuando sé que el ministro de defensa ha firmado más de 30 contractos con la empresa donde trabajaba antes de ser nombrado; o que el de industria penaliza a las energías alternativas mientras favorece a las petroleras y gasísticas manteniendo  los precios más altos de toda Europa; o que la Sra. Mato impulsara la privatización de los hospitales públicos de Madrid; o que el Sr. Gallardón pusiera tasas para impedir que los ciudadanos de a pie accedan a la justicia; o que el Sr. Montoro premie a los defraudadores fiscales con una amnistía y les hiciera pagar el 10% mientras el resto de los ciudadanos pagamos casi el 50%; y así podríamos continuar.


Todo ello indica que el gobierno del PP tiene un problema en su escala de valores ya que han puesto sus intereses personales y materiales por delante de los relativos al bienestar nacional, como cabría esperar de alguien que tiene el objetivo de velar por el interés general. El resultado es que, como hace casi mil años, hay que decir: qué gran país si tuviera un buen gobierno


Escala de valors (Català)

Que aquest és un gran país no crec que ningú ho posi en dubte i una bona prova d’això és el fet que ens estem recuperant de la crisi malgrat el govern del PP, que ha fet i segueix fent tot el possible per impedir-ho. Espanya té una llarga historia de mals governs que fins i tot van obligar al Cid a dir-li allò de quin gran vassall si hi hagués un bon senyor i Rajoy ha volgut complir fidelment aquesta tradició.   

Sempre he pensat que un ministre tenia de vetllar pels interessos nacionals en l’àmbit de la seva competència però es veu que aquest no és el concepte que tenen els ministres de l’actual govern de Madrid, que prefereixen fer de comercials de les empreses dels sectors en els que tenen responsabilitat, i el pitjor és que aquesta funció l’exerceixen contra els ciutadans sempre que els interessos de les mateixes entren en contradicció amb els interessos públics.

Sols puc treure aquesta conclusió quan sé que el ministre de defensa ha signat més de 30 contractes amb l’empresa on treballava abans de ser nomenat; o que el d’indústria penalitza les energies alternatives mentre afavoreix a les petrolieres i gasístiques mantenint els preus més alts de tota Europa; o que la Sra. Mato perpetrés la xapussa de privatització dels hospitals públics de Madrid; o que el Sr. Gallardón possés taxes per impedir que els ciutadans de a peu accedeixin a la justícia; o que el Sr. Montoro premiés als defraudadors fiscals amb una amnistia i els fes pagar el 10% mentre la resta dels ciutadans paguem casi el 50%; i així podríem continuar.


Tot plegat indica que el govern del PP té un problema en la seva escala de valors ja que han posat els seus interessos personals i materials per davant dels relatius al benestar nacional, com caldria esperar d’algú que té l’objectiu de vetllar per l’interès general. El resultat és que, com fa casi mil anys, cal dir: quin gran país si tingués un bon govern

domingo, 8 de marzo de 2015

Orgullo y respeto (castellano)

Me insultan en las redes sociales por declararme independentista aquellos que no entienden que los González, los García o los Pérez, podamos serlo. Tiene su gracia porque nunca pensé que en 140 caracteres cupieran tantos improperios. No quiero responder a los insultos, pero sí al argumento de que renuncio a ser español y sandeces similares.

Soy andaluz de nacimiento, catalán de adopción y por tanto español hasta la médula, y no renuncio ni quiero renunciar a ninguna de las tres cosas, como no renuncié a ser esposo, hijo, sobrino o nieto el día que ascendí a la categoría de padre, y el que no entienda que se pueden ser todas esas cosas sin contradicción, y amar plenamente cada una de ellas, tiene un problema sea de aquí, de allá o de acullá.

Otra cosa es el orgullo de ser español, andaluz o catalán. Estoy orgulloso de la gente sencilla de este país, de los que salen cada día a ganarse el sustento para sus hijos y trabajan honradamente para conseguirlo. Pero me ocurre como al padre o a la madre que descubre que su hijo es un delincuente: que no puede dejar de amarle pero no está orgulloso de él.

Lo confieso, no estoy orgulloso de tener el país con el paro más alto de la Unión Europea; de que les cerremos las puertas a la juventud mejor preparada de nuestra historia; ni de nuestras incontables guerras civiles; ni de ser el país europeo con más golpes de estado, el último en 1981; ni de que del penúltimo queden miles de desaparecidos sin identificar.

Admiro y respeto a los militantes de base de los partidos, incluso del PP, que tienen ideales y son capaces de defenderlos con argumentos. Pero no puedo admirar a los que sólo insultan o a los que reducen ser español, catalán o andaluz, a gritar a favor de La Roja, del Barça o del Betis. Tampoco admiro que nuestro gobierno haya cobrado en sobres, que gestionen solo para una minoría de amigos comisionistas o que impulsen las leyes más retrógradas de Europa.   


Fueron esas actitudes cerradas e intransigentes, y esos gobiernos miopes  y mezquinos los que obligaron a nuestros padres a emigrar de Andalucía porque allí no se podía vivir, y los que ahora nos obligan a nosotros a ser independentistas para mejorar el futuro de nuestros hijos.


Orgull i respecte (Català)

M’insulten a les xarxes socials per declarar-me independentista aquells que no entenen que els González, els García o els Pérez, puguem ser-ho. Te la seva gracia perquè mai havia pensat que en 140 caràcters cabessin tants improperis. No vull respondre als insults, però sí a l’argument de que renuncio a ser espanyol i bajanades similars.

Soc andalús de naixement, català d’adopció i per tant espanyol fins al moll de l’ós, i no renuncio ni vull renunciar a cap de les tres coses, com no vaig renunciar a ser espòs, fill, nebot, o net el dia que vaig pujar a la categoria de pare, i qui no entengui que es pot ser totes aquestes coses sense contradicció, i estimar plenament cadascuna d’elles, té un problema sigui d’aquí, d’allà o d’arreu.

Una altra cosa és l’orgull de ser espanyol, andalús o català. Estic orgullós de la gent senzilla d’aquest país, dels que surten cada dia a guanyar-se el pa pels seus fills i treballen honradament per aconseguir-ho. Però em passa com al pare o a la mare que descobreix que el seu fill és un delinqüent: que no pot deixar d’estimar-lo però no està orgullós d’ell.

Ho confesso, no estic orgullós de tenir el país amb l’atur més alt de la Unió Europea; de que els tanquem les portes al jovent millor preparat de la nostra historia; ni de les nostres incomptables guerres civils; ni de ser el país europeu amb més cops d’estat, l’ últim el 1981; ni de que del penúltim quedin millers de desapareguts sense identificar.

Admiro i respecto als militants de base dels partits, inclús del PP, que tenen ideals i són capaços de defensar-los amb arguments. Però no puc admirar als que sols insulten o als que redueixen ser espanyol, català o andalús, a cridar a favor de la Roja, del Barça o del Betis. Tampoc admiro que el nostre govern hagi cobrat en sobres, que gestionin sols per a una minoria d’amics comissionistes o que impulsin les lleis més retrògrades d’Europa. 
  
Van ser aquestes actituds tancades e intransigents, i aquets governs miops i mesquins els que van obligar als nostres pares a emigrar d’Andalusia perquè allà no es podia viure, i els que ara ens obliguen a nosaltres a ser independentistes per millorar el futur dels nostres fills. 


Defensa de la sanidad pública (castellano)

En los últimos meses estamos asistiendo a graves ataques contra la sanidad catalana, tanto de la derecha que gobierna en Madrid, como de la izquierda, ambos por razones diferentes pero con un mismo objetivo: minar el modelo sanitario catalán y substituirlo por no se sabe qué. Sin pasar por alto que hay cosas a mejorar y responsabilidades que depurar en algunos casos, me siento en la obligación de recordar algunos de los conceptos básicos que originaron el modelo y los resultados obtenidos, porque hay que tenerlos en cuenta antes de seguir por este camino.

Nuestro sistema sanitario se sustenta sobre unos pilares fundamentales de los que mencionaré: 1) la universalidad y gratuidad de la prestación; 2) la multiplicidad de proveedores, que la hacen diferente del resto del estado, donde hay mayoritariamente uno solo; 3) la colaboración pública y privada; 4) la descentralización; 5) la autonomía de gestión; 6) la creación del CatSalut, que garantiza una prestación pública, con independencia de donde se realice, salvo aquellas persones que voluntariamente quieren ser atendidas privadamente.  

El resultado de este modelo ha sido un ejemplo de eficacia, eficiencia, equidad y calidad asistencial que han convertido a la sanidad catalana en una de las cinco mejores del mundo, un  logro que hay que agradecer a todos los agentes implicados,  empezando por la clase política que lo consensuó y después decidió no hacer de la salud una arma arrojadiza en campaña.
   
Me parece penoso que el gobierno del PP lo quiera destrozar eliminando la universalidad y centralizándolo todo y creo que es una prueba más de su miopía política, que solo busca gobernar a favor de unos cuantos amigos comisionistas y en contra del ciudadano, como han hecho desde que llegaron al poder.


E igual de penoso me parece que las izquierdas se sumen alegremente al descrédito, con un discurso “público – privado” que pensaba que habíamos dejado atrás hace más de 25 años, para pedir una gestión pública pura, suponiéndola mejor que la actual mixta, sin tener en cuenta ni los resultados conseguidos ni el beneficio ha supuesto también para el ICS a quien la competencia  ha llevado a hacer un proceso de modernización ejemplar. 

Defensa de la sanitat pública (Català)

En els últims mesos estem assistint a greus atacs contra la sanitat catalana, tant de la dreta que governa a Madrid, com de l’esquerra, ambdós per raons diferents però amb un mateix objectiu: minar el model sanitari català i substituir-lo per no se sap què. Sense passar per alt que hi ha coses a millorar i responsabilitats a depurar en alguns casos, em sento en la obligació de recordar alguns dels conceptes bàsics que van originar el model i els resultats obtinguts, perquè cal tenir-los en compta abans de seguir per aquest camí.

El nostre sistema sanitari se sustenta sobre uns pilars fonamentals dels que esmentaré: 1) la universalitat i gratuïtat de la prestació; 2) la multiplicitat de proveïdors, que la fan diferent de la resta de l’estat, on tenen majoritàriament un de sol; 3) la col·laboració pública i privada; 4) la descentralització; 5) l’autonomia de gestió; 6) la creació del CatSalut, que garanteix una prestació pública, amb independència de on es faci, llevat d’aquelles persones que voluntàriament volen ser ateses privadament.
  
El resultat d’aquest model ha estat un exemple d’eficàcia, eficiència, equitat i qualitat assistencial que han convertit a la sanitat catalana en una de les cinc millors del món, una fita que cal agrair a tots els agents implicats, començant per la classe política que el va consensuar i desprès va decidir no fer de la salut una arma llancívola en campanya.
   
Em sembla penós que el govern del PP el vulgui destrossar eliminant la universalitat i centralitzar-ho tot i crec que és una prova més de la seva miopia política, que sols busca governar a favor d’uns quants amics comissionistes i en contra del ciutadà, com han fet des que van arribar al poder.
I igual de penós em sembla que les esquerres se sumin alegrement al descrèdit, amb un discurs “públic – privat” que pensava que havíem deixar enrere fa més de 25 anys, per demanar una gestió pública pura, suposant-la millor que l’actual mixta, sense tenir en compta ni els resultats assolits ni el benefici que ha suposat també per l’ICS a qui la competència ha portat a fer un procés de modernització exemplar