¿Qué harían ustedes
si tuvieran un trabajador que, en vez de hacer la faena y resolver las tareas para
las cuales le han contratado, abandonara su puesto de trabajo, huyendo de sus responsabilidades
y solo les ocasionara problema tras problema? ¿Le seguirían pagando o le despedirían?
Pues eso es lo que
ocurrió el jueves, 9 de abril, cuando nuestros asalariados, los parlamentarios
de ICV, CUP, PSC, C’s y PP, abandonaron la comisión de salud del Parlament de
Cataluña, eludiendo su responsabilidad, por la que les pagamos el sueldo. Es decir
que, en vez de hacer su trabajo y velar porque la salud del país mejore, la
gente esté bien atendida y las listas de espera no se inflen más allá de lo razonable,
abandonaron el puesto de trabajo, se saltaron nuestro encargo a la torera y, lejos
de hacernos confiar en la política, nos crearon una tremenda inseguridad sobre
la calidad y la capacidad de nuestros representantes.
Puedo entender que algunas
cosas de las que llevan implícitas dentro del sueldo no les gusten, como nos
pasa a todos los asalariados, pero los ciudadanos estamos hartos de esta clase
de políticos, de todos los colores, que ponen sus intereses personales o de
partido por delante de los del país o del pueblo que es quien les paga.
Este es un momento
muy delicado de nuestra historia porque nos lo jugamos todo a una apuesta valiente
y decidida por ser europeos de verdad, hacer las cosas mejor y que nos admitan
en el concierto de las naciones como un pequeño gran país, ejemplo de democracia
y pionero en muchos aspectos de los que podemos sentirnos orgullosos, pero eso solo
lo conseguiremos con unos liderazgos potentes, generosos, honestos, dialogantes
y con una gran visión de futuro, algo que no veo ni en estos parlamentarios ni
en los líderes de sus partidos, que se lo permitieron sin pedirles responsabilidades.