Menos mal que se acaba esta campaña electoral
pesada y aburrida, que servirá de bien poco hasta que nos decidamos a hacer cambios
profundos. De todas maneras, como siempre
hay que aprender de las cosas que nos pasan, les quiero compartir lo que he aprendido
yo estos días.
He llegado a
entender por qué muchos norteamericanos están dispuestos a votar al Sr. Donald
Trump. No me mal interpreten, ni me gusta el personaje ni le votaría en caso de
vivir en los EEUU.
Pero sí puedo entender
que haya gente que se plantee votar a alguien que ha tenido éxito en su profesión y en los negocios, hasta llegar a
hacerse multimillonario (una medida del éxito para muchos), ya que pueden pensar que, por encima de las
ideas racistas y misóginas, su gestión
en el gobierno será equivalente a la de sus empresas y en consecuencia es probable
que el país vaya bien.
Todo lo contrario
me pasa con la Sra. Susana Díaz. Me cuesta entender que alguien esté dispuesto
a darle la responsabilidad de gobernar a una persona que no ha destacado ni en
sus estudios, tardó 10 años en sacarse una carrera de 5; ni en su trabajo, ya
que no tiene ninguna experiencia profesional fuera del partido.
Por si fuera poco,
tiene tal ansia de mandar en el PSOE y ser la próxima presidenta del gobierno,
que no duda en ponerle todas las trabas posibles a su propio candidato, Sr.
Pedro Sánchez, por eso ha hecho unas declaraciones incendiarias contra
Catalunya, no fuera a ser que el PSC le diera 25 o más escaños y ella se quedara
sin argumentos para hacerle la cama el 27-J.
No puedo decir si
el Sr. Trump es lo que los americanos necesitan, aunque insisto en que no es
santo de mi devoción, de lo que sí estoy seguro es que ni Andalucía, ni España,
ni los ciudadanos nos merecemos unos líderes tan mediocres y mezquinos.
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