Sr. Ministro, como independentista catalán hecho a golpe de políticas
estatales, quiero agradecerle su contribución impagable a la causa de la
independencia de Cataluña, muy superior a la de cualquier otro político español
desde la recobrada democracia.
Gracias por mostrarle al mundo la manera de hacer política que tenemos en
España.
Gracias por usar la mayoría absoluta no con generosidad para consensuar y mejorar
la educación de este país, sino con total prepotencia, pasando el rodillo y
haciendo una ley en solitario que será derogada a su partida.
Gracias por mostrarle al mundo su concepto del consenso, que es tratar de
llegar a un acuerdo, una vez que la ley ya está aprobada.
Gracias por tratar de engañar y manipular a Europa, con las becas Erasmus, tal
como hace con nosotros, porque de no ser así resultaría muy difícil lograr que
los europeos entendieran nuestros
argumentos sin considerarnos exagerados.
Sr. Wert, todo el mundo pretende trascender en la vida y no tengo ninguna
duda de que usted lo ha logrado. No solo ha hecho una ley que no servirá para
nada, como ya hicieron otros antes, sino que ni siquiera será capaz de
implantarla, con lo que nos ha hecho perder unos años preciosos. Es por eso que
se ha ganado un puesto en la historia de este país como el peor ministro de
Educación de la reciente historia de España.
Tampoco tengo ninguna duda de que su gestión será estudiada en las escuelas
de gestión y en los partidos políticos como lo que no hay que hacer nunca en
política bajo ningún concepto. Seguro
que será considerado un Hernández Mancha de la Educación.
Le queda el consuelo de haber logrado el mayor consenso entre los españoles
desde el final de la dictadura ya que se ha puesto en contra no solo a los
docentes sino también a los alumnos y a sus padres, a la ciudadanía y a la
sociedad en general, a todos los partidos políticos excepto el suyo, a Europa
entera e incluso a aquellos a quienes desde su Ministerio usted mismo pretende
premiar. ¡Bravo Sr. Wert!
Por mi parte, como independentista, me debato entre dos sentimientos: el de
pedirle que continúe de ministro en la misma línea por el bien de la
independencia de Cataluña, o el de pedirle que dimita por el bien de todo el
país. Difícil dilema el mío…
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