domingo, 6 de abril de 2014

Secuestro a la democracia (Castellano)

Una de las cosas más peculiares y sorprendentes de este país es la capacidad que tenemos de medirlo todo en función de nuestra propia vara de medir, de valorar las cosas según nuestros intereses, al margen de la verdad, de la justicia o de cualquier otra consideración.

Esta es la cualidad que hace que a “los nuestros” se lo perdonemos todo, mientras exigimos que caiga todo el peso de la ley sobre “los otros” por los mismos hechos, lo que supone una actitud tan hipócrita e injusta que no encaja en ningún país civilizado. 

Además alimenta nuestros instintos más bajos, por eso cuando un entrenador de fútbol recorre medio campo para meterle el dedo en el ojo al entrenador del equipo contrario, somos incapaces de sancionar a uno de “los nuestros”. Y es el mismo motivo por el que media clase política de Madrid exculpa a la Sra. Esperanza Aguirre tras arrollar la moto de un policía.

Pero también es la causa de que a un golpista le llamemos “caudillo” y a una guerra civil “cruzada”, o bien de tener víctimas del terrorismo de primera i de segunda o de que a las 60 mujeres muertas cada año en pareja les llamamos “víctimas de la violencia de género” mientras nadie se acuerda de los 45 hombres muertos por sus esposas también anualmente.

Estos días se está juzgando el secuestro del Parlament de Cataluña, ocurrido el 15 de junio de 2011, y una parte de los medios considera que aquello no tuvo importancia porque lo hicieron “los nuestros” (cualesquiera que estos sean).


Me sorprende que se banalice un secuestro de la democracia, lo haga Pavía, Tejero, Franco o estos supuestamente “nuestros”, especialmente ahora que gozamos de una libertad que deberíamos esforzarnos en proteger. Por eso, si al final no ocurre nada o el caso se archiva, habrá que ir pensando en pedirle disculpas al Sr. Tejero Molina e indemnizarle por las molestias. 

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