
Cuando se frustraron las esperanzas de cambio,
igualdad, libertad y prosperidad que tenía la sociedad que salió de la Gran
Guerra, estalló la revolución y más tarde el fascismo, lo que desencadenó la 2ª
Guerra Mundial para acabar con aquella ideología de violencia, terror y muerte.
Así nació el mundo contemporáneo, más libre, igualitario, solidario y próspero.

Así llegamos donde estamos ahora, con una
clase que espera unos privilegios al estilo de la del Titanic, con tics y
maneras fascistas desde hace décadas, porque nadie les ha dicho que todo ha
cambiado y que su ideología es tan aberrante que hubo que prohibirla en todo el
mundo.
Las consecuencias son las que vemos a diario
con la gestión del gobierno del PP, que solo sirve a esa clase privilegiada (la
casta, los banqueros y unos supuestos empresarios que no son más que comisionistas
parásitos del poder) a la que protegen y favorecen, siempre en beneficio propio,
y en contra de la ciudadanía, por más que se llenen la boca con el país y la
bandera.
Clasistas hasta la médula, como les delata el
“que se jodan”, cuando toman medidas contra los ciudadanos; son insensibles a
los problemas de una sociedad a la que no entienden, porque nunca han bajado a 2ª
o 3ª clase; incumplen los mandatos internacionales para no enfrentarse a que todo
ha cambiado menos ellos; y se creen tan superiores que mentir, amenazar y
maltratar a los demás nunca les ha supuesto un problema.
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