domingo, 25 de octubre de 2015

¿Mejor sin experiencia?

¿Por qué el Barça tiene a Messi? Por ser el mejor.

¿Quién queremos que nos enseñe a jugar al tenis? El que sepa más de tenis.

¿Quién queremos que nos opere? El cirujano con más experiencia y mejores resultados. 

Si siempre queremos al profesional más experto, ¿porque a la hora de dirigir el país o un ministerio buscamos a alguien que no haya salido nunca del partido?

Es lo que ocurre en la sanidad catalana, donde muchos querrían un militante, aunque no supiera lo que es un quirófano,  como ha pasado con algunos ministros, en vez de alguien con la experiencia de Boi Ruiz.

Un gran experto es un problema, sobre todo para quien quiera engañarlo o manipularlo.

El ciudadano se siente traicionado si le recuerdan su responsabilidad, acostumbrado como está a que un estado con vocación de Papa Noel le trate como a un menor de edad.

Los políticos locales se decepcionan si no pueden hacer inauguraciones porque el consejero ha decidido enfocarse en los resultados y no en los edificios.

Los gestores y profesionales tienen que ir con pies de plomo porque, como habla su mismo idioma, no pueden presionarle fácilmente.

Recuerdo un gerente de Región Sanitaria en la visita a un hospital donde el equipo directivo presumía de su eficacia, sabiendo que su interlocutor era ingeniero y no médico. Al llegar a las incubadoras le dijeron que por aquella unidad pasaban casi la mitad de los recién nacidos en el centro. Sin inmutarse les respondió: “si eso es cierto tendremos que cerrar el servicio de partos y trasladarlo a otro hospital que los haga mejor”.

Lo dicho, son un gran problema, aunque lo que interese a los enfermos sean los resultados. 

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