sábado, 15 de diciembre de 2012

El euro por receta

Ya ha resultado bastante duro ver como el Gobierno del PP, a golpe de decreto, ha cambiado uno de los mejores modelos sanitarios del mundo, basado en un sistema nacional de salud, para convertirlo en uno de seguridad social, que había sido desterrado durante la transición por injusto e inequitativo; pero que quieran erigirse en defensores de los ciudadanos llevando el euro por receta al Constitucional, es demagogia barata.
 
Los beneficios del euro por recepta no tienen nada que ver con la recaudación económica. España se ha convertido en el país que consume más medicamentos del mundo, una triste posición que no supone mejorar la salud. Todos los medicamentos tienen efectos secundarios y la poli-medicación los multiplica de forma geométrica y no aritmética, por eso la primera causa de intoxicación entre los ancianos es la medicación que toman, porque los riñones filtran mal y los fármacos se les acumulan en el cuerpo. Todo ello sin tener en cuenta las alergias e interacciones medicamentosas que cada año provocan ingresos innecesarios y un buen puñado de muertos.

Es en este contexto en el que hay que entender la medida, como un intento de des-medicalizar la sociedad para mejorar su salud. Que no lo entienda la gente de la calle es lógico y aceptable, pero que no lo entienda el Gobierno de Madrid es tan vergonzoso que solo lo puedo interpretar por interés político ya que los sanitarios, y por tanto sus asesores, lo saben perfectamente y se lo tienen que haber explicado tal como yo lo estoy diciendo.

La factura en farmacia supone casi el 30% del gasto sanitario, así que si hacen números verán que los 30 millones de euros recaudados son pecata minuta comparados con el ahorro que supone el 20% de recetas de menos hechas en Catalunya desde la entrada en vigor de la medida. Pero lo más importante, insisto, es la reducción de los efectos secundarios, de intoxicaciones de ancianos, de interacciones o alergias medicamentosas, de ingresos innecesarios y quizá las vidas que habrán salvado esta reducción del 20% de recetas. La medida, que había que tomar para disminuir el consumo de fármacos (no para recaudar), puede haber sido la mayor mejora de la salud de los catalanes desde hace muchos años.

Dicho esto es cierto que puede haber gente que realmente necesite los fármacos y no los pueda pagar, pero lo que hay que hacer es resolver estos casos concretos y no volver a dejar barra libre a una medicalización desaforada que es nociva para el bolsillo del país y sobre todo para la salud de los ciudadanos.   

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