jueves, 6 de diciembre de 2012

La hidra de Lerna

A veces mi padre, me explicaba anécdotas de los caciques andaluces. No le gustaban, pero recocía que algunos no eran malas personas. Iban a caballo controlando todo lo que pasaba en sus tierras, eran altivos y siempre se mostraban superiores a los demás, no tanto por el dinero sino por su cuna, quizá otros serían más ricos pero nunca tendrían su linaje. Mi padre decía que eran muy celosos de todo lo que pasaba en sus propiedades y que dentro de sus dominios eran amos y señores, sin que hubiera más norma o ley que la que ellos dictaban. 

El problema es que entre sus propiedades lo contaban todo: las tierras, los olivos, las cosechas, las casas, las personas, las alegrías y las penas de la gente, todo. A los que les caían bien, porque eran obedientes y decían a todo que sí, los caciques les protegían y les facilitaban la vida dándoles trabajo, en caso contrario tenían que malvivir de la caridad o emigrar. El miedo impedía hablar, aunque todo el mundo sabía lo que pasaba. 

Estos días he recordado a los caciques gracias a la presunta corrupción de Sabadell y a otras como el caso Palau, Nóos, Gurtel, ERE y un demasiado largo etc. No estoy acusando a nadie de cacique, pero ¿han visto ustedes como se parecen unas y otras actitudes? Si cambian el linaje por el carnet político y el caballo por el coche oficial, el resto de actitudes son casi idénticas: la incapacidad de saber donde están los límites de sus atribuciones; el creer que todo les pertenece; el desprecio por la ley; la protección hacia “los suyos”, a los que siempre recolocan; mientras se olvidan vergonzosamente del resto de los ciudadanos, de los que solo buscan el voto cada 4 años y que no les molesten durante el resto de la legislatura; o que también aquí todo el mundo sabe lo que pasa pero nadie habla, ja sea por miedo o por desidia. 

La ley electoral y la manera de ejercer el poder han creado un monstruo que, como la hidra de Lerna de 7 cabezas de la mitología griega, por cada cabeza que se le corta aparecen otras nuevas. Pero mientras el mito antiguo amenazaba solo a un municipio, aquí la corrupción parece estar en todas partes y amenaza al país entero. Si se necesitó a un Hércules para acabar con la hidra de Lerna, ¿como acabaremos con la nuestra que es mucho más poderosa? ¿Quien será el forzudo que se atreva con ella?  Que empatemos con Botswana en percepción de corrupción debería avergonzarnos, hacernos reaccionar de una vez e iniciar reformas profundas.

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