lunes, 18 de febrero de 2013

Españoleando (Castellano)

España nunca ha tenido en cuenta la bendición que supone la diversidad de los pueblos que conforman nuestro país, con costumbres y lenguas diferentes que proporcionan una variedad de la que todos deberíamos beneficiarnos y enorgullecernos. 

 Pero nosotros sólo buscamos la homogeneidad y ese rechazo a las diferencias lo hemos resuelto siempre con aquel dicho tan nuestro de muerto el perro, se acabó la rabia, con el que todo queda justificado para eliminar los problemas sin tener que abordarlos racionalmente y con dialogo, que resulta más delicado y exige comprensión y respeto.  

Cuando algo no nos gusta no lo discutimos, ni lo argumentamos, sino que lo apartamos y lo eliminamos, a ser posible físicamente, y así creemos mantener el país limpio de ideas contaminantes y de sujetos indeseables, sin abordar jamás los problemas en profundidad, ni interesarnos por sus causas. 

Esta intolerancia nos ha llevado a ser el país con más golpes de estado de Europa porqué ¿para qué discutir sobre concepciones de país si se puede eliminar físicamente a los que no piensan como uno?. 

No crean que es algo del pasado o una hipótesis remota, porque eso es lo que se ha hecho con el juez Garzón, apartado de la judicatura cuando empezó a ser incómodo frente a la corrupción y las heridas mal cerradas de la pasada Guerra Civil.

Y es lo que se intenta hacer con el independentismo catalán, al que se procura eliminar de raíz sin analizar sus causas o el porqué, tras más de treinta años de democracia, hasta los catalanes más sensatos se han hecho independentistas.

Con tales posturas España adopta la peor de las soluciones posibles, especialmente en pleno siglo XXI, con un mundo globalizado que no acepta ya estas actitudes excluyentes. El drama es que no sabemos adoptar otras así que los resultados sólo pueden ser la catástrofe interna y el desprestigio externo.   

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