lunes, 4 de febrero de 2013

Descrédito de la política (castellano)

Cuando en EEUU echaron al presidente Richard Nixon, por mentir al pueblo, la democracia en aquel país no se debilitó sino todo lo contrario, se fortaleció cuando todo el mundo comprobó que nadie estaba por encima de la ley y ello dio más confianza en la democracia, porque tenían unas herramientas excelentes para luchar contra la mentira y la corrupción: las leyes soberanas, que estaban incluso por encima del hombre más poderoso de la Tierra.

Además el país no se paró, ni hubo ninguna hecatombe, demostrando así que no hay nadie imprescindible y que no dependían de ningún salvador de la patria ya que la democracia y las leyes son la única garantía verdadera del buen funcionamiento de las instituciones.

Hay que ser muy humilde, y amar y respetar profundamente a un país y a sus ciudadanos, para tratarles con la madurez y el respecto que supone, ofrecerles un sistema que no perpetúa a nadie en el poder y donde nadie sea imprescindible para que todo siga funcionando.

¡Qué distinto de nosotros tras la dictadura! Con arrogancia y prepotencia los políticos se erigieron en salvadores de un pueblo al que siempre han despreciado por considerarlo inmaduro e incapaz de entender el país y el mundo, por eso crearon un sistema que les perpetuara en el poder (una sola vuelta electoral, listas cerradas, sin límite en el número de legislaturas que se puede ocupar un cargo de máxima responsabilidad) haciéndonos creer que sin ellos estaríamos perdidos y desamparados.


Unos políticos que dicen amar a España pero que ni la aman a ella ni a sus ciudadanos porque sólo se aman a ellos mismos y a las prebendas que puedan conseguir por medio del cargo, por eso aun no han corregido aspectos fundamentales para la dignidad democrática del país, como la financiación de los partidos o de los entes locales, que evitaría la mayor parte de los escándalos de corrupción. Ellos se mantienen firmes aunque sea a costa del desprestigio de la vida política y el descrédito español en todo el mundo.


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