
La política es
servir al ciudadano, con calidad, equidad,
eficacia y eficiencia, para lo cual hay que ser exigente con nuestros
empleados, los políticos, que deben rendirnos cuentas de su gestión, hay que exigirles
para que no se duerman en los laureles y cambiarlos de vez en cuando.
Pero la
ciudadanía lo ha olvidado y por eso no tenemos en cuenta que nos prestan unos servicios
pésimos, que lo hacen llevándose nuestro dinero, además ni les exigimos ni les
cambiamos. Así nos va con este PP corrupto que le regala los recursos del país a
banqueros y constructores amigos.
¿Y qué decir de las
izquierdas? Las que van de progres dando lecciones, pero que prefieren una
monarquía heredera del franquismo antes
que una república. Las que en los discursos se manifiestan a favor del derecho
a la autodeterminación de todos los pueblos, menos de Cataluña. Sus líderes son
tan falsos como los del PP, y lo único que les preocupa es cómo mantener la
silla si Cataluña deja de aportar y ello supone una reducción de cargos.

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