Proclama que hay que
cumplir las leyes pero, para condenar al independentismo, no ha dudado en
tergiversar esas leyes, formar grupos ilegales de policías para crear informes
falsos y saltarse todas las recomendaciones internacionales que piden
tolerancia i libertad.
Ahora presume de europeísta pero se olvida de que los delitos por los que fueron condenados solo son delito en España, por eso se han podido hacer referéndums en Escocia, en Nueva Caledonia o en Lombardía sin que nadie montara el esperpento de aquí.
De hecho no debería
extrañarme porque es la misma derecha que ahora se hace llamar
constitucionalista, a pesar de que en 1978 hizo campaña en contra de la
constitución y votó NO a su proclamación.
Es la derecha cómplice
del dictador, aquel que traicionó a España y asesinó a más de medio millón de
españoles, que a su muerte se presentó como demócrata de toda la vida y
nosotros nos lo creímos.
Dice defender las reglas
de la democracia pero le parece igual sacar los tanques a la calle y hacer un
referéndum. Y asegura velar por la dignidad nacional pero encarcela a quien quería
disolver una manifestación mientras indulta a torturadores o a los creadores
del GAL.
Y esa es la derecha que
votamos a pesar de saber que era la más corrupta de toda Europa, la que ha ganado
en Madrid, por permitir que la gente se tome una caña en plena pandemia. Empiezo
a pensar que quizá nos merecemos lo que nos pasa.
BASTA DE REPRESIÓN
AMNISTÍA PRESOS POLÍTICOS
AUTODETERMINACIÓN
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