martes, 30 de octubre de 2012

Algunas claves del desastre (28 mayo 2012)

Pese a haber cambiado los gobiernos, estamos asistiendo diariamente a una retórica de la clase política empeñada en tratarnos como a menores de edad, porque a pesar de los cambios, lo que continua inmutable es el tipo de políticos y la forma de ejercer el poder.

Por una parte los partidos que se autodenominan “progresistas”, (creo que dejar el país arruinado durante más de una generación y con 5 millones de parados es de todo menos progresista), están empeñados en hacernos creer que la derecha es tan insensible que ahora se dedica a recortar por una especie de vicio inconfesable o por puro deseo de acabar con el Estado del Bienestar, sin autocrítica alguna y sin mencionar su grave responsabilidad en la situación actual.
 
Per su lado los partidos de derechas, los llamados “conservadores” se apresuran a recordarnos que las izquierdas no saben gestionar y por eso nos han llevado a la ruina en la que estamos, pero sin mencionar que en Madrid o en el País Valenciano, donde gobernaban ellos desde hacía años, el desastre es colosal y además es el que ahora amenaza con engullir toda la economía española.

La verdad, la que ellos no explican, es que el problema no está en las siglas de un partido concreto, sino que radica en tota la clase política en general, en la forma de hacer política y de ejercer el poder que tenemos en este país y que resulta tan nefasta que nos ha llevado al agujero donde nos encontramos. 

En el origen de esta situación está nuestra ley electoral que aleja a la excelencia de los cargos públicos para ponerlos en manos de profesionales de la política, que permanecen en los cargos durante décadas, porque no tienen límite en el número de mandatos. Como no los hemos escogido nosotros, porqué la lista electoral la decide el aparato del partido, no se han de preocupar por los problemas de la gente, quedando completamente al margen de la realidad del país y de lo que necesitan los ciudadanos a los que dicen representar.

Otra de las claves, derivada de la anterior, es una forma de ejercer el poder que lo considera todo como parte del botín electoral: los escaños del Parlamento, la dirección de las empresas públicas (y muchas privadas), los medios de comunicación, los bancos, el arte y los espectáculos, las subvenciones, las obras públicas, todo. Una creencia que les hace suponer que tienen derecho a meterse en todas partes y a emplear el dinero público como les parece, con los resultados que todos estamos viendo.
 
Si alguna vez queremos regenerar el país, si queremos ponerlo en orden, hay que empezar por cambiar la ley electoral y hacer una que le devuelva el poder a los ciudadanos, que garantice la excelencia de sus representantes, que limite el número de legislaturas y que no rinda el país a ningún partido o coalición. Pero además debemos potenciar las instituciones y limitar el papel de los políticos en todas aquellas actividades que no les sean propias.  



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