domingo, 16 de marzo de 2014

35 años de fantasía nacional (Castellano)

De todo lo que está pasando con el proceso catalán, lo que más me extraña es que el estado español no se pregunte los motivos del malestar de sus territorios de los que Cataluña es solo una parte y no la única.

Creímos que el problema era la dictadura así que, una vez muerto el general, la democracia nos llevaría directamente a un mundo de jauja donde podríamos gozar de todas las ventajas de los países de nuestro entorno. La entrada a la Unión Europea contribuyó a esta idea con ayudas millonarias a fondo perdido para modernizar el país, así que nos pareció que ser europeos era una bicoca sin ninguna obligación.

La realidad es que gestionar una democracia es mucho más complicado que mandar una  dictadura y exige unos esfuerzos y unos cambios que en España nadie afrontó, por eso después de 35 años descubrimos que nuestra fantasía nacional hace aguas por todas partes.

Los partidos políticos, hechos a medida de una oligarquía caciquil que ha hecho de la política su profesión y que quiere perpetuar-se en el poder, son de todo menos democráticos. Algunos ni siquiera prevén en sus estatutos la posibilidad de hacer primarias para escoger candidatos.

Pero no son únicamente los partidos políticos, en España durante todo este tiempo no hemos sido capaces de definir qué organización territorial queremos, qué modelo productivo o energético nos es más favorable, qué educación es la más idónea para los nuevos tiempos que vivimos, como ha de ser una justicia que nos está costando más de reformar que las fuerzas armadas, qué ley electoral hemos de tener para regenerar una clase política que ya es considerada el problema más grave del país, cuál es la mejor política exterior para garantizar nuestros intereses, etc.

No hemos entendido que hay que rendir cuentas del dinero público, que en democracia la mentira se paga con la dimisión, que la ropa sucia se lava en casa sin molestar a los vecinos, que se ha de ser cuidadoso con el dinero que nos prestan nuestros socios, que los compromisos se han de cumplir o que no se puede ir de demócrata escondiendo los muertos de la dictadura en el armario. 

Sí, España tiene problemas muy graves y estoy plenamente convencido que la independencia de Cataluña no es el peor sino todo lo contrario, posiblemente contribuirá a  la solución porqué entonces el estado tendrá que enfrentarse a la realidad y buscar respuestas a las preguntas que no ha sabido contestar durante estos 35 años.  

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