domingo, 2 de marzo de 2014

Barranco abajo (castellano)

Cuando era niño, cada vez que me cogían en una travesura, al decirle a mi madre que tal niño también lo había hecho, siempre me preguntaba si tan poca personalidad tenía como para dejarme influir por los demás y acababa con un: si el otro se tira por un barranco, tú también lo harás?

Me ha venido a la cabeza esta anécdota, que todos hemos vivido, porqué esta semana otra vez un puñado de parlamentarios “se han equivocado” a la hora de votar. Es decir que unos padres de la patria, hombres y mujeres adultos, supuestamente responsables, que presumen de demócratas y liberales, a los que pagamos para hace lo mejor por el país, no han sabido interpretar las ordenes de quien les decía si se tenían que tirar o no por el barranco.

No quiero pensar que efectivamente carecen de personalidad, sino más bien que están atrapados por el partido y consideran que no tienen margen de maniobra, pero en cualquier caso hay que preguntarse si eso es lo que los partidos consideran democracia.  
  
Nuestros partidos políticos, por más que lo intenten ya no pueden aparentar durante más tiempo que son demócratas. Las listas cerradas, la disciplina de voto, el perpetuarse en el poder porque no se limita el número de legislaturas, la farsa de las primarias (algunos, como UDC, no las prevén en sus estatutos), el ejercicio del poder que lo considera todo como botín electoral y, sobre todo, la impunidad que tienen, les delata.

Todo ello ha creado una casta de políticos más comprometidos con sus propios intereses, o con los del partido, que con el bien del país, porque saben que la única manera de seguir es formar parte de una lista que diseña el aparato, no en función de la capacidad sino de la fidelidad. El interés del país queda en segundo, tercero o cuarto término, o simplemente no se tiene en cuenta, por más comedia que hagan durante los 15 días de campaña electoral.

El funcionamiento es perverso, nocivo, caro, ineficiente, poco serio, opaco, nada democrático, menos creíble, garante de la mediocridad y genera tantos escándalos y corrupción que, de momento, ya nos ha llevado a la ruina. En nuestras manos está permitir que continúe o forzar un cambio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario