sábado, 16 de agosto de 2014

Todos a favor de la vida (Castellano)

Nuevamente un obispo, ahora el de San Sebastián, ha hecho unas declaraciones contra el aborto, y para resolverlo dice lo de siempre: que es pecado y nos amenaza con el fuego eterno. De hecho propone lo que ya decían ante las epidemias de peste negra, cólera, tifus y otras plagas. Sí, su solución es siempre el castigo divino para las clases bajas, no así para las altas y poderosas, a quien protegen y alaban, como hacían con el General, o bien guardan un sepulcral silencio, como con los crímenes del nazismo.

Lo peor de todo es que unas personas que tienen la vida resuelta, no están casadas, ni tienen hijos, aseguran no tener sexo, algunos no tomaron ni la decisión de ser curas sino que lo fueron “porque tocaba” (el Sr. Rouco Varela entró en el seminario a los 10 años y siguió), que hablan de amor pero no se sabe que hayan amado nunca a una pareja o a un hijo, juzguen las situaciones espeluznantes que llevan una chica a abortar. Me parece un chiste de mal gusto y una falta de respeto para quien se encuentra enfrentado a ese problema. 

La Iglesia y otras asociaciones dicen estar “contra el aborto y a favor de la vida” y se quedan tan tranquilos después de decirlo. Pues miren, como lo estamos todos, porque el aborto es un disparate al que nadie tendría que recorrer. Pero también estoy en contra de la enfermedad, por eso me hice médico; y lo mismo les pasa a los policías o a los jueces, que están en contra de los delitos; y a otras profesiones que trabajan para mejorar aquello que no les gusta.

Por más que esté en contra, como médico no puedo inhibirme frente a la enfermedad, sino que he de luchar para disminuir su impacto sobre el enfermo y sobre la sociedad. En el caso del aborto pasa lo mismo, sabemos que los habrá, por más que todos estemos en contra, incluidas les muchachas que se ven obligadas a hacerse uno por les causas que sea y, tanto la sociedad como la Iglesia deberían apoyarlas y no lapidarlas moralmente.

Así como en sanidad nadie se cuestiona “enfermedad sí o no”, el debate aquí tampoco puede ser “aborto sí o no”, sino de qué manera reducir las consecuencias. No hay otro. En este sentido sabemos que en los países más permisivos, se practican menos y también que la ilegalización supone hacerlos en clandestinidad, con la muerte de unas 3000 mujeres al año.  

Si se quiere discutir se puede empezar por aquí, afrontando el tema con sentido común, seriedad y datos estadísticos, pero huyendo de los dogmatismos religiosos estériles y de los hipócritas que niegan con la derecha, mientras con la izquierda llevan a sus hijas al extranjero para evitar los escándalos. 

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