domingo, 5 de junio de 2022

Un poco de dignidad (castellano)

Imagínense que encuentran un empleo donde les aseguran 3000 € mensuales pero, al acabar el primer mes, reciben solo 1200, un 40% de lo prometido.

Es probable que fueran a hablar con el empresario para pedirle explicaciones. Este podría argumentar que se trata de un problema puntual, que esperaba el pago de un proveedor que no le ha llegado, pero que no se preocupen.

Ustedes volverían al trabajo a la espera de que, en la siguiente nómina, les pagaran también los atrasos del mes anterior, que los tienen bien ganados, es decir 4800 €, sin embargo, les vuelven a pagar solo 1200.

¿Cómo se sentirían si, al reclamar su dinero, les contestaran que los atrasos están perdidos porque la empresa nunca los paga? ¿No tendrían la sensación de que les están tomando el pelo? ¿Seguirían trabajando en esa empresa? 

Pues eso mismo es lo que ocurre en Cataluña con las inversiones del Estado. Cada año se anuncia a bombo y platillo una lluvia de millones, que solo sirve de carnaza a los demagogos y para que los voceros del régimen alboroten al personal.

Porque la realidad es que, a la hora de ejecutar esas inversiones, nos quedamos cada año, más o menos, en ese 40% que tanto les molestaría si se tratara de su sueldo. Además, lo que no se ejecuta se pierde, sin derecho a recuperarlo.  

Y luego se extrañan de que queramos independizarnos, pero ¿quién puede querer quedarse en un Estado tan cínico, tramposo y poco serio, que no cumple ni los compromisos que él mismo ha adquirido?

El independentismo catalán no tiene nada que ver con un nacionalismo excluyente, sino con tener la dignidad de querer ser tratado como verdaderos ciudadanos, no cómo siervos menores de edad. 


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