viernes, 16 de septiembre de 2022

Carlos III rey (castellano)

Carlos III ya es rey de Inglaterra, como corresponde a una monarquía donde el cargo pasa de padres (en este caso madre) a hijos, como si el país entero fuera el anillo de la abuela o el reloj de bolsillo del bisabuelo.

En unos pocos días estamos comprobando como es el personaje. Todos hemos visto su cara al pedir que le quiten la bandeja de la mesa en la firma de proclamación y como se enfada por la pluma que pierde tinta.

Si miran un video de YouTube que habla de sus manías, verán que es una persona a la que se le tiene que planchar cada día el pijama y los cordones de los zapatos, o que hay que ponerle incluso la pasta de dientes en el cepillo.

Un antiguo ayuda de cámara explica que en cierta ocasión le llamó para pedirle que le recogiera un papel que se le había caído al suelo, y que antes de un viaje envía a su destino la cama, las fotos de la mesita de noche, la tapa del inodoro y el papel higiénico.

Todo ello serían anécdotas si luego fuera un rey amante de su pueblo, respetuoso con sus súbditos, buen gobernante y un ejemplo de honradez, pero que haya despedido a más de 100 personas que le han servido durante años en su residencia, no augura nada bueno.

Y a pesar de todo, la guardia real proclamó que era “nuestro único señor feudal, legítimo y por derecho”. No puedo imaginar una forma mejor de sumisión y vasallaje, algo que uno no pensaba ver en pleno siglo XXI, por más conservadores que sean los británicos.

Eso es lo que supone tener una monarquía y, si sabemos algo de sus entresijos, es porque la inglesa es más abierta, próxima y tolerante que la española.


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