jueves, 24 de diciembre de 2015

Hartos de la C-16

Por fin, el pasado 23 de diciembre, los alcaldes de la Catalunya Central han puesto de manifiesto el malestar de todo el territorio con la autopista Manresa Terrassa. Es verdad que van unos 20 años tarde, pero bienvenido sea el gesto.

Lo cierto es que la C-16, a la que llamaron autopista de montaña para justificar curvas, peraltages y desprendimientos injustificables, ha sido un lastre en vez de un motor para el desarrollo para las comarques interiores del país.

Desde su inauguración ha sido una de las más caras del Estado y, si añadimos los peajes de Sant Cugat y de los Túneles de Vallvidrera, resulta que ir de Manresa a Barcelona es un lujo al alcance de unos pocos privilegiados.

Es lamentable que si no quieres pasar por l’autopista, la alternativa sea una carretera que el año 2012 causó 11 muertos por accidentes.

Y aún es más lamentable que si te niegas a pagar el peaje directamente, lo pagues indirectamente, porque la concesionaria cobró en 2014 unos 36 millones de euros de todos los catalanes, ya que el contrato le garantiza unos ingresos así que lo no gana por el uso se lo compensa la Generalitat.

Si ustedes tuvieran unos ingresos de 36 millones de euros, tanto si prestan un servicio como si no, ¿tendrían algún incentivo para hacerlo bien? ¿Se preocuparían de tratar mejor al cliente para fidelizarlo?

Autema tampoco lo ha tenido, por eso se ha negado a abrir las barreras incluso cuando un accidente ha dejado la C-55 impracticable, es decir comarcas incomunicadas, durante horas. Han llegado a declarar cínicamente que las obras les van bien porque les aumentan los viajeros.

Ahora los alcaldes han dicho basta, y la Generalitat ha de hacer lo mismo tomando medidas para acabar con unas prácticas que, el propio conseller Santi Vila reconocía al Regió 7, el 19/07/2015, que son abusivas. 

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