sábado, 22 de octubre de 2016

La medicina humanizada del PADES (Castellano)

El pasado 20 de septiembre nos dejó mi suegro después de lo que, eufemísticamente, llaman una larga enfermedad. Murió en casa, como siempre había querido, rodeado de los suyos, esposa, hijos, nietos y amigos, gracias al soporte extraordinario que tuvimos del PADES, que siempre estuvo  a nuestro lado.

A él le fueron explicando, en un lenguaje claro i comprensible, lo que le irían haciendo para evitar el dolor y el sufrimiento, a la abuela la reconfortaron, y a nosotros nos ayudaron a afrontar cada etapa de su final, ya fuera con medicación, con las curas que necesitaba o simplemente dejándole su espacio para la reflexión y el recogimiento.  

Profesionalmente siempre he admirado a los PADES, esos equipos múltiples de profesionales, que hacen una tarea tan importante como ayudar en el final de la vida, cuando las otras opciones clínicas ya no pueden aportar casi nada más.

Su faena es abnegada, porque cada día se encaran a la muerte e intentan ganarle el partido, pese a saber que la liga la tienen perdida. Es una tarea humilde, porque han cambiado los hospitales por un lugar tan poco glamoroso como el hogar del paciente. Pero, sobre todo, su trabajo es discreto porque han sustituido los TAC y los quirófanos por la amabilidad, la ternura y el amor a los enfermos.


Quien diga que la medicina está deshumanizada, que no se trata bien al paciente o que no se le tiene ninguna consideración, es porque no conoce a los PADES. 

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