martes, 2 de marzo de 2021

El pecado de obediencia (castellano)

Cada vez que oigo una sentencia del TS o la AN, en la que añaden como agravante la desobediencia, pienso que el verdadero problema de España es precisamente la obediencia.

Obedecimos a un golpista que asesinó a miles de compatriotas para instaurar un estado al servicio de él y de sus cómplices, mientras se reprimía a quienes pensaban que los españoles nos merecíamos un gobierno decente y no una banda de mafiosos.

Luego respetamos el capricho del dictador de regalar el país, como si se tratara de los pendientes de la abuela, a una familia a la que ya hemos echado tres veces de España.

Acatamos una Constitución ilegítima, porque se hizo bajo amenaza, que nos convierte en siervos y nos impone una monarquía blindada para que pueda cometer cuantos delitos se le antojen.

Obedecemos incluso cuando ha quedado claro que la Transición y la Democracia eran solo argucias para mantener intacto el régimen ilegítimo surgido de la Gran Traición del 36 y cuando se nos trata como a menores de edad al impedirnos decidir sobre el modelo de estado.

Hemos aceptado la incultura que nos impusieron para controlarnos mejor, la miseria fruto de la negligencia estatal, la mayor corrupción de Europa envuelta en la bandera, y a un estado que ya no puede ocultar que es heredero y garante del franquismo.

No me cabe duda de que si la humanidad hubiera sido tan obediente persistiría la esclavitud, los sacrificios humanos, el derecho de pernada y la Inquisición.

Es una lástima que esa obediencia solo haya servido para hacerles la vida fácil a una clase dirigente mediocre, corrupta y criminal, mientras coarta la libertad y el progreso que nos merecemos.


BASTA DE REPRESIÓN

AMNISTÍA PRESOS POLÍTICOS

AUTODETERMINACIÓN


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