Lo que sí sé es
que quien trata de imputarla es una supuesta “Justicia” que avaló la gran
Traición de 1936 y legalizó el robo del país por parte del fascismo, enemigo no
solo de los españoles sino de la raza humana.
Los togados que
tratan de enjuiciarla son los que, durante décadas, han blanqueado la represión
de miles de compatriotas, que rechazaban que el país fuera el cobijo de
criminales de lesa humanidad.
Quien trata de
juzgarla con tanto celo son los mismos que se niegan a investigar los delitos
del jefe del estado, denunciados por el mundo entero, y los que cambian una
sentencia en 24 horas si una empresa eléctrica se siente perjudicada.
Es una “Justicia”
enferma, que conspira para eliminar adversarios políticos, que altera resultados
electorales, condena por delitos que no existen en Europa y enloquece con el
color amarillo, la quema de una foto o con una canción irreverente.
Por eso no
entiendo que algunos independentistas den credibilidad a esa supuesta “Justicia”
y acusen a Borras, cuando en realidad de quien deberían desconfiar
profundamente es de aquellos políticos que no son perseguidos por una
institución tan funesta.
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