viernes, 14 de julio de 2023

Cobardes (castellano)

Algunos se extrañan de que allí donde el fascismo acaba de ocupar algún cargo, haya empezado a prohibir y a censurar, pero deberían recordar que la censura es fruto del miedo y el fascismo siempre ha sido extremadamente cobarde.

Y el más cobarde de todos los fascismos ha sido siempre el español, que ni siquiera se atrevió a presentarse a unas elecciones, sino que usurpó el poder con traición y nocturnidad, dando un golpe de estado e imponiendo su régimen a base de asesinatos y torturas.

Por eso, mientras los fascismos europeos censuraban libros e ideas, el español ha censurado incluso palabras (presos políticos, president Puigdemont) y hasta han llegado a prohibir el color amarillo, una obsesión que debería estudiar un psiquiatra y no un analista político.

Claro que tampoco se puede esperar gran cosa de un fascismo ideado por un dictador tan paranoico que tuvo que cambiarle el nombre a la Caperucita Roja, porque lo de “Roja” le provocaba pánico y la bautizó como Caperucita Encarnada para poder dormir mejor.

Ni siquiera lo de las palabras es nuevo porque a aquel mismo dictador le salía urticaria al oír la palabra “trabajo” o “trabajador”, por eso el primero de mayo, Día del Trabajo en todo el mundo, en la España de pacotilla que creó se la llamaba “Día de San José Artesano”.

El color amarillo perseguido 
en pleno siglo XXI
Ahora sus cómplices y herederos, que nunca se enteraron de que el fascismo es una teoría tan nefasta y enemiga de la humanidad, que fue prohibida en todos los países civilizados, quieren emular a aquel paranoico en pleno siglo XXI.

Y lo hacen sin entender que cuando atacan el catalán, atacan su propia cultura, porque el catalán es tan español como el Quijote, pero su ignorancia y cobardía les hace actuar como lo hicieron los talibanes que dinamitaron los Budas de Bamiyan.


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